Martes, 10 de Junio 2025

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De Teuchitlán a Teocaltiche, por la libre

Por: Diego Petersen

De Teuchitlán a Teocaltiche, por la libre

De Teuchitlán a Teocaltiche, por la libre

Cuando no es Teuchitlán es Teocaltiche, si no es que los dos juntos. Estos dos municipios de Jalisco de nombre complicado comparten algunas cosas. Ambos hacen referencia en su etimología al espacio consagrado. Teuchitlán es el lugar donde se hace reverencia a Dios; Teocaltiche es el lugar junto al templo. Ambos están hoy lejos de la mano de los dioses, y más aún de los gobiernos federal y estatal, más preocupados por salvar la imagen que por resolver los problemas en estos municipios.

En uno de sus típicos arranques populistas, Vicente Fox dijo que iba a resolver el problema de Chiapas en 15 minutos; en seis años no fue capaz siquiera de entender lo que ahí pasaba. Pablo Lemus prometió pacificar Teocaltiche en 45 días. Faltan 26 para el plazo que se autoimpuso el gobernador y en los primeros 19 mataron al secretario de Seguridad, Ramón Grande Moncada; al secretario general del Ayuntamiento y líder del PRI en el municipio, José Luis Pereida Robles, y la regidora por MC y jefa de enfermeras del hospital comunitario, Cecilia Ruvalcaba Mercado. Hoy nadie sabe en qué consiste el plan de pacificación.

En Teuchitlán, el Gobierno federal está más preocupado por controlar la narrativa y el Gobierno de Jalisco porque no usen el terrible descubrimiento del campo de entrenamiento y exterminio para golpear al partido de cara a la elección del 2027. No hay manera de que esto no suceda. El Gobierno de Sheinbaum no ha podido imponer su narrativa y el inefable senador Gerardo Fernández Noroña ya se apuntó como ariete contra Jalisco; eso es lo suyo, lo que sí sabe hacer es golpear. Ni el Gobierno federal ni el estatal parecen, sin embargo, estar preocupados por lo único que sí importa: acabar con el control que el crimen organizado tiene en esta zona del Estado y que tiene subyugada a toda una región.

Teocaltiche es el ejemplo vivo de lo que pasa en un municipio donde dos fuerzas contrarias del crimen organizado se disputan la zona. Cinco años de violencia, homicidios, enfrentamientos, asesinato de policías; cinco años desde que conocimos de los primeros desplazamientos forzados de población, y el Estado mexicano ha sido incapaz de generar condiciones de seguridad para los 40 mil habitantes asolados por la pugna entre dos cárteles: el de Sinaloa y el de Jalisco, por el control de la zona.

Teuchitlán, al igual que toda la zona Valles alrededor del volcán de Tequila, vive bajo el control del cártel Nueva Generación desde hace casi una década. Da igual qué partido gobierne, hay una pirámide de control donde los alcaldes no son los que mandan ni los que deciden. Ahí, los criminales pueden tener campos de entrenamiento y exterminio sin que nadie los moleste. Al Gobierno federal sólo le preocupa que los hornos no sean como los de Auschwitz; al Gobierno del Estado le preocupa la imagen. Ninguno de los dos ha dicho una palabra que les permita pensar a los habitantes de la zona que en algún momento la pesadilla va a terminar.

Teocaltiche y Teuchitlán, dos lugares sin Estado donde el crimen organizado va por la libre.

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