Domingo, 12 de Octubre 2025

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Encuestitis

Por: Diego Petersen

Encuestitis

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Cada día hay una nueva encuesta. Encuestas sobre la elección de las “corcholatas” de Morena, de la elección interna del Frente, de evaluación del Presidente, de evaluación de los gobernadores o de alguno de ellos en específico, de popularidad, careos entre candidatos, sobre la situación del país, evaluación del transporte, etcétera. Los trabajos demoscópicos, que hace 25 años urgíamos su existencia porque necesitábamos esos datos, hoy son una plaga informativa.

Como la hiedra que invade los cultivos, las encuestas patito son una mala hierba que ahoga la posibilidad de conocer lo que realmente está pasando. Nada hay más manipulable que una encuesta. Basta segmentar mañosamente el universo desde un escritorio para alterar el resultado final y obtener el deseado. Ahí estarán cada uno de los cuestionarios telefónicos o en vivienda para demostrar que esa y no otra fue la opinión de los entrevistados, el problema es si ese grupo de personas seleccionadas realmente representan al universo con el que se trabaja, que en el caso de los precandidatos a la Presidencia hablamos del país entero.

Parte del esquema propagandístico de todos los candidatos hoy son las encuestas manipuladas. La función política de las encuestas patito es hacer-parecer y hacer-creer. Lo vimos con mucha claridad en la elección del Estado de México, donde “las encuestas”, así entre comillas, daban un resultado tan amplio a favor de Morena que si Delfina Gómez hubiera perdido, en el instante ella y sus seguidores habrían cantado fraude. El resultado final no fue ni cercano a lo que decían algunas de estas encuestadoras, pero a quién le importa, quién se hace cargo. El prestigio y las marcas son efímeras e intercambiables.

¿Cuáles son las encuestas confiables? No es fácil decirlo porque algunas de las encuestadoras serias también han fallado rotundamente, mucho más allá del famoso margen de error que dicen tener. Las razones son variadas, desde la complejidad del trabajo de campo en un país cada día más violento y con territorios perdidos, hasta recortes presupuestales que deterioran la vigilancia en campo. Así pues, con todos los matices hay tres elementos que permiten diferenciar las más confiables sin que ello signifique que son verdad absoluta: 1) Que publique en extenso la ficha metodológica y las incidencias de campo. 2) Que sea una marca reconocida y con tiempo en el mercado y/o que el encuestador en jefe sea alguien de trayectoria reconocida. 3) Que su historial sea verificable.

Cuando por moda, facilidad o conveniencia política, el destino de los candidatos, y por tanto del país, se va a definir por encuestas, vale la pena dedicarle un rato a entender de qué se tratan los estudios demoscópicos para separar el trigo de la cizaña, que hoy abunda.

diego.petersen@informador.com.mx

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