Viernes, 26 de Abril 2024

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Diario de un espectador

Por: Juan Palomar

Diario de un espectador

Diario de un espectador

Atmosféricas. Bobo en la lluvia. Larga la lluvia lo va empapando; por un breve instante la tormenta lo transporta a Mykonos. Pájaros socarrones se pasean bajo la pérgola, se van llevando impunemente la comida del gato. Gambusinos en la noche esculcan las bolsas de basura y los basureros del barrio; algunos lo han aprendido hacer de forma muy elegante y no dejan huella. El pájaro del paraíso se explaya a sus anchas en el jardín de adelante. Instantáneas noticias favorables.
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Una de adivinanzas desde el triángulo de Helena, la del mar Egeo.

Los gozos y las sombras. Entre la dicha y la tiniebla. Buscando el tiempo perdido. Hacia la estación de Finlandia. Antes de María. En la ciudadela. Todo a lo largo de la torre del vigía. Cantado para nadie. Espuela para demorar el viaje. Justine, Baltazar, Mountolive. Clea. El cuarteto de París y el hombre de yeso y la fuente de Luxemburgo. El tigre en la casa. Trece maneras de mirar un mirlo.

Quién te supiera espejismo. La noche en blanco. Si tú pudieras leer mi alma. Suite francesa y suite tapatía. Ambas puntas arden. Canta por el amor y por las lágrimas canta, mujer, y sigue soñando.

Nomás un leve giro del destino. Exactamente como una película de los viejos tiempos. No sé cuándo enfilamos hacia el desastre. Podemos ser héroes nomás por un día. Todas hieren y la última mata. El mar y un viejo. El mar, arquitecto, le mira a uno lo pendejo. Enciende, pues, mi fuego. Temor y temblor, querida arquitecta. Nomás un leve matiz más pálida. De satín fueron las noches.

Caravanserai. Reseña de los hospitales de ultramar y de la muerte del estratega. Adivina, antes de. Ilíada/ Odisea. Desterrado de tus ojos nomás te miro dormir, rojizo resplandor. Marinero que cayó de la gracia del mar. El teléfono se fue al poniente. Oye, pues, al león: dice que aquí no era. Atravesando la línea de sombra, hacia una fatal derrota. Cada hombre una isla. Ningún hombre es una isla. A todas las mujeres de mi vida: a Catalina. Y París era una fiesta, mientras, cruzando el canal, regresábamos a Brideshead. Niña, mírame como enloquecí. En llamas todo a lo largo de Barcelona.

Me acuerdo, me acuerdo, cuando extravié la razón. Él era el corredor más adelantado. Siempre, siempre, en el filo de la navaja. Dichas y desgracias del equilibrista, ah blade runner. Final de juego.
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Voy a cantarles un corrido muy mentado
lo que ha pasado allá en la hacienda de la Flor
La triste historia de un ranchero enamorado
quien fue borracho, parrandero y jugador

Juan lo llamaban y lo apodaban Charrasqueado
era valiente y arriesgado en el amor
a las mujeres más bonitas se llevaba

Un día domingo que se andaba emborrachando
 a la cantina le corrieron a avisar
 cuídate Juan que ya por ai te andan buscando
 son muchos hombres no te vayan a matar
 
 No tuvo tiempo de montar en su caballo
 pistola en mano se le echaron de a montón
 estoy borracho les gritaba y son buen gallo
 cuando una bala atravesó su corazón
 
 Creció la milpa con la lluvia en el potrero
 y las palomas van volando al pedregal
 bonitos toros llevan hoy al coleadero
 qué buen caballo va montando el caporal
 
 Ya las campanas del santuario están doblando
 todos los fieles se dirigen a rezar
 y por el cerro los rancheros van bajando
 a un hombre muerto que lo llevan a enterrar
 
 En una choza muy humilde llora un niño
 y las mujeres se aconsejan y se van
 pero su madre lo consuela con cariño
 mirando al cielo llora y reza por su pa’
 
 Aquí termino de cantar este corrido
 de Juan Ranchero Charrasqueado y burlador
 que se creyó de las mujeres consentido
 que fue borracho parrandero y jugador

Existe una anécdota a cerca de la creación de este corrido por parte de su autor, Víctor Cordero, según la cual, en una noche de 1942, el autor oyó a un voceador dando una noticia de carácter político, salió entonces a escuchar mejor aquel pregonar y percibió un tinte trágico en éste; al regresar a su morada, se encontró con un conocido llamado Juan Silveti, quien tenía una herida en el rostro (lo dejaron charrasqueado). En estos elementos, según sugiere la anécdota, Víctor Cordero se inspiró para crear Juan Charrasqueado, que se convirtió en éxito musical en el año de 1945, cantado por Jorge Negrete.
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Un elogio de la extravagancia (oído primero en el Madoka, luego en el Treve y después en el Café Madrid). “Fuera de la errancia. Más allá de las costumbres. Un príncipe en la azotea. Un bleidruner extraviado. ‘A eso se reduce todo’, agregó, mientras apuraba el caballito cerrero, que, ciertamente no corre por dinero. Y citó: “Cuídate Juan que ya por ai te andan buscando.” “Ora resulta que te gustaba Juan/ puede decirse de mis amigos el más vulgar, ay Inés, ay Antesde. No todos los que se dan a la errancia están perdidos. Ad majorem Dei gloriam”, remató, mientras aventaba sobre su hombro lo que quedaba del tequila, y el caballito no se rompió.
Un aviso en el Mascusia: Hoobastank; la razón es. Cuatro caminos tiene mi vida, dime paloma por cuál me voy. Y luego la divisa de la casa: “Puteado, madreado, desvelado, sin tragar, crudo, sin dinero, regañado, pero derechito como un gallo, cabrón, esa es la actitud.”

jpalomar@informador.com.mx
 

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