Viernes, 29 de Marzo 2024

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Desaparecidos, ahora el espectáculo

Por: Jonathan Lomelí

Desaparecidos, ahora el espectáculo

Desaparecidos, ahora el espectáculo

La cámara enfocó a una señora con cubrebocas en medio de un paraje en La Piedrera, en Tlajomulco. En sus manos trasladaba un cráneo recién exhumado de una fosa clandestina. “Mira, ya serían aquí cuatro, cinco cráneos, ya lo está transportando una de las señoras”, dijo el conductor. “Las imágenes que están viendo pocas veces las pueden ver en televisión”, remató.

Lo que vieron los televidentes el 13 y 14 de septiembre fueron imágenes de las Madres Buscadoras de Sonora que acudieron a Jalisco para realizar una búsqueda de cuerpos. Sin embargo, lo hicieron sin el acompañamiento de la autoridad, lo cual generó el reclamo de colectivos locales y el llamado del gobierno de Jalisco a respetar los protocolos.

La manipulación arbitraria de restos humanos sustraídos de una fosa clandestina constituye un delito por alterar indicios, huellas y vestigios de la escena de un crimen. Viola además el derecho a la debida diligencia, investigación y memoria de las víctimas directas.

“Si entre esos cuerpos está el de mi hijo, yo voy a demandar porque se perdió información valiosa de esas víctimas”, me dijo un padre de familia.

Hoy colectivos locales exigirán un pronunciamiento público y oficial sobre la gravedad de estos hechos, solicitarán un extrañamiento a los medios que difundieron esas imágenes, y que Fiscalía y Ciencias Forenses refuercen y garanticen el apoyo a las búsquedas apegadas al protocolo.

Cecilia Flores encabeza el colectivo Madres Buscadoras de Sonora. Por medio de su página de Facebook y su WhatsApp recibe información anónima de posibles fosas clandestinas: “Tu llamada será anónima y dará paz”. Sostiene que recibe “cientos” de mensajes al mes y que acudió por segunda ocasión a Jalisco porque las familias se lo pidieron.

En algunos casos, me contó Cecilia, han pagado hasta tres mil pesos por información sobre una fosa (otro negocio de los criminales). Pero casi siempre llegan tips anónimos, quizá de los propios victimarios, o información que familiares reciben de vecinos o conocidos.

Ceci busca a sus hijos, Marco Antonio y Alejandro, al primero desde 2015 y al segundo desde 2019. Madres Buscadoras de Sonora se sostiene de donaciones y lo que aporta Ceci con las ventas por catálogo: “Siempre traigo mi bolsita de Mary Kay”.

Los colectivos de desaparecidos se han convertido en uno de los movimientos sociales más fuertes del país. Como en todo grupo, hay diferencias, pero éstas no deberían pesar más que la causa que tristemente los une.

Cecilia como todos los integrantes de los colectivos en Jalisco son víctimas indirectas de desaparición. Esta crisis desborda al Estado. No hay otra forma de entender que un grupo de madres encuentre fosas clandestinas antes que la autoridad. Esa posibilidad es una anomalía en sí como lo es también saltarse los protocolos y violar la ley.

Los políticos aprovecharán cualquier fractura o equivocación para deslegitimar el trabajo de quienes buscan a sus familiares (en febrero, Enrique Alfaro acusó a las madres buscadoras de traer una “agenda oculta”).

Saltarse las normas, por muy burocráticas y desesperantes que sean, no es una opción. La razón de ser de estos luchadores y luchadoras sociales también incluye romper el monolito burocrático. Las desapariciones sometidas a las reglas del espectáculo mediático y la desunión de las víctimas son una amenaza real para garantizar justicia a miles de desaparecidos.

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