Martes, 30 de Abril 2024

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Cuestión de ciclos

Por: Armando González Escoto

Cuestión de ciclos

Cuestión de ciclos

Hace treinta y seis años iniciaba un nuevo ciclo en la vida política mexicana que se caracterizó por un ritmo de tres tiempos sexenales. El primer sexenio fue de reconstrucción, el segundo de éxito asombroso y el tercero de nueva caída vertiginosa.

Hace dieciocho años el ciclo se repitió con ese mismo ritmo, un primer sexenio de reconstrucción, uno más al menos de estabilidad, y un tercero de nueva caída. ¿Estamos al inicio de un nuevo ciclo?

Hace dieciocho años había en México una verdadera euforia nacional, por primera vez en setenta años el PRI había sido vencido en una elección federal. El triunfador era un personaje carismático, ocurrente, dicharachero, popular en todo el sentido del término, muy proclive al discurso provocativo, a las promesas de eficacia inmediata, y adicto a ostentar sus creencias religiosas; llegaba al poder con las cámaras a su favor y decidido a remediar los grandes problemas del país en cuestión de veinte minutos. La confianza de la nación era casi total, las expectativas enormes, y sobre todo, una extendida sensación de fe ciega en el inmediato futuro promisorio, sensación que hacía olvidar el pasado con todas sus tragedias, apaciguaba los ánimos, hacía nuevamente dócil a la población.

Vino Calderón a usufructuar el mayor si no único logro del sexenio anterior, la estabilidad económica, pero le pareció que había un filón por explotar a nivel de opinión pública y de popularidad: la lucha contra el narcotráfico. Fue así que de pronto se daba con un telón de humo lo suficientemente denso para atraer la atención de la ciudadanía y distraerla de otros asuntos igualmente graves. Las cosas comenzaron a disfuncionar de tal manera que el PRI volvió al gobierno federal para cumplir con el tercer ciclo, el de la caída vertiginosa: violencia fuera de control, inflación provocada por decisiones del gobierno, devaluación de la moneda, escándalos de corrupción como el caso Odebrecht, la estafa maestra o la casa blanca, un dispendio de recursos inaudito y una impunidad en extremo descarada. Nuevamente un país fracturado, frustrado, seriamente herido, desesperado, sometido a la explotación y a la burla. Ya era tiempo de repetir el ciclo número uno, el de la renovación de la esperanza, de la definitiva (otra vez) restauración nacional, del entusiasmo popular por el cambio bajo nuevas frases, nuevos programas como la refundación o la regeneración, anzuelos reciclados para volver a captar la simpatía nacional.

Y vino el nuevo proceso electoral tan parecido a todos los anteriores pese a las novedades mercadológicas del discurso ¿se tratará simplemente de la repetición del ciclo de los dieciocho años? Los parecidos son tantos lo mismo a nivel estatal que federal, que puede uno tender a pensar que sí, que en efecto no se trata sino de que ya le hallaron el caminito, el de seguir exprimiendo las riquezas de la nación en ciclos que primero soban, luego relajan para después volver a golpear y, en el entretanto, la clase política sigue asegurada, sigue enriqueciéndose, corrupta, impune, pero eso sí, muy bien organizada.

No lo sabremos sino en la marcha de las nuevas administraciones, y no lo cambiaremos si no hay un verdadero involucramiento de la comunidad.

armando.gon@univa.mx

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