Ya es cotidiano y nos estamos acostumbrando a los ataques de los grupos criminales en contra de las policías estatales y fuerzas armadas. El lunes nos enteramos de la emboscada en la que fallecieron cinco elementos de la policía estatal de Chiapas, cuando les lanzaron una granada al vehículo en el que viajaban y después le prendieron fuego a la patrulla. En marzo pasado, aquí en Jalisco, seis miembros del Ejército Mexicano y de la Guardia Nacional perdieron la vida en la celada preparada por miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación en el poblado San Antonio Rivas en el municipio de La Barca.De acuerdo con datos de la Plataforma Nacional de Transparencia del INAI -publicados el año pasado- al menos 318 elementos de las Fuerzas Armadas de México perdieron la vida -en muchos casos en ataques con explosivos- en operaciones en contra del crimen organizado, en el periodo comprendido desde enero del 2018 a noviembre de 2024. Solamente en el sexenio anterior se registraron 1,543 agresiones -casi todos los días- en contra de personal militar, significándose esos 6 años por el aumento del 41 por ciento de ataques a militares, según revelan -por otra parte- las mismas cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional.El viernes pasado el secretario de Relaciones Exteriores de México, Juan Ramón de la Fuente, y el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, conversaron telefónicamente, dónde de acuerdo con el comunicado de la Cancillería el tema central fue la seguridad de la frontera, pero también al interior del país. La llamada la sostienen solamente días después de la última conversación telefónica que sostuvieron la presidenta Claudia Sheinbaum y el mandatario Donald Trump. Llamada de la que dieron poca información sobre el contenido -casi nada-, pero donde seguramente se habló de seguridad y se acordó -se puede afirmar- la comunicación urgente entre los jefes de la diplomacia de ambos países.Además de los temas comerciales, la otra prioridad entre México y Estados Unidos es la seguridad. A nuestros vecinos del norte no les conviene en su traspatio a un país convulsionado y encendido por la violencia y de ahí la insistencia de colaborar, de ayudar y hasta de intervenir directamente en el restablecimiento del orden en nuestro territorio.Los protocolos, las formas y procedimientos para combatir a los grupos criminales han cambiado radicalmente con la nueva administración en Palacio Nacional. Los resultados, con detenidos, incautaciones y disminución de actos delictivos hablan por sí solos, pero son insuficientes. De que es urgente recibir la ayuda -pero cuidando los procedimientos soberanos-, lo es. Sí no, deberemos continuar con la costumbre de enterarnos -casi todos los días- de que oficiales y militares han caído en el cumplimiento del deber.Usted, ¿qué opina?