Domingo, 19 de Mayo 2024

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¿Comunidades educativas exitosas?

Por: Dra. Daniela Salgado Gutiérrez

¿Comunidades educativas exitosas?

¿Comunidades educativas exitosas?

Cuando hablamos de educación, prefiero usar el término de comunidad al de escuela. La escuela, muchas veces se entiende o como el espacio físico o como una especie de organización; pero la comunidad tiene un sentido distinto. Una comunidad es aquella realidad social en la que las personas se unen por vínculos que van más allá de los estructurales o legales, se refieren a vínculos que se forman a partir de tener un mismo objetivo, de compartir de manera personal una misión o propósito; es decir hay una común unión que permite que cada uno asuma la relación como parte de todos y la actuación individual como una acción que redunda en cada uno de los miembros y en el logro de la misión compartida.

Esto puede parecer una simpleza, pero no lo es; de hecho, hace toda la diferencia en el devenir de dicha institución y pienso que es un concepto que hemos de recuperar en su sentido más profundo. La gestión educativa como tantas otras, se ha visto muy influenciada por los principios de la gestión administrativa, del management empresarial y, aun cuando le ha dotado de un gran valor, es preciso hacer notar que  la institución educativa es distinta a cualquier otra. Mientras que en la educativa su propósito es humanizar al ser humano y a la sociedad, la empresa tiene como principal razón de ser, la generación de utilidades; la institución educativa tiene como camino para realizar su labor, el encuentro interpersonal, la acción libre de sus miembros; mientras que la empresa se vale de procesos productivos; mientras la educación busca dar frutos, la empresa busca resultados.

Tener una idea sobre el significado de la educación es fundamental para lograr una verdadera comunidad y que a su vez las comunidades educativas sean virtuosas y contribuyan en aportar las personas preparadas que necesita nuestro país. PIXABAY

Tener clara esa distinción es fundamental para comprender que lo que necesitamos no es precisamente comunidades exitosas (adjetivo propio del argot del management) sino comunidades educativas sólidas, fuertes, unidas, virtuosas. Y ¿qué significa esto? Significa que debemos en primer lugar tener clara la misión; pareciera una obviedad pero si preguntáramos a los colaboradores de cada institución si conocen la misión y saben en qué medida esa misión está alineada a su misión personal, nos sorprenderíamos de la respuesta. En segundo lugar, valdría la pena clarificar qué entendemos por educación, aprender a nombrar y definir la realidad es uno de los procesos fundamentales del ser humano para aprender a vivir con integridad y autonomía. Desde ahora lo anticipo, no todos entendemos lo mismo por educación, para algunos es conducción para otros es mera instrucción, para otros es dar resultados y para otros que pensamos que la educación tiene como punto de partida a la persona humana, la educación es un proceso de ayuda al perfeccionamiento humano en aras del que éste logre su vida y humanice su entorno para alcanzar la felicidad. Tener una idea común de educación es indispensable porque en una comunidad no solo educa el profesor frente al grupo, sino también el director, el coordinador, el asesor pedagógico, el orientador, el prefecto, quien atiende en la cafetería, el personal administrativo, de limpieza, los padres de familia, etc. Y eso me lleva a mi tercer argumento, en una comunidad mi acción es interdependiente y por lo tanto interrelacional; es decir, todo lo que yo haga o deje de hacer repercute en los demás miembros de ella, porque mi acción comunica, mi acción ejemplifica, mi acción modela, mi acción inspira, motiva o, bien, desmotiva, aleja y genera rechazo. Las relaciones personales son el corazón de una comunidad, con lo cual no da igual cómo nos tratamos entre profesores, no da igual qué tan puntuales o amables seamos con nuestros alumnos, no da igual si saludamos o no a los demás al llegar a la escuela, todo lo que hacemos es en gran medida lo que somos. Y consecuentemente llegamos al cuarto punto, en las comunidades educativas virtuosas, necesitamos personas virtuosas. La riqueza de una comunidad es la riqueza de sus miembros y la mayor riqueza a la que podemos aspirar es a la riqueza humana y personal. Las virtudes son esas fortalezas personales que hacen crecer nuestra esencia porque mejoran nuestras capacidades humanas y nos conducen a acciones continuas, constantes que nos hacen mejores y que a su vez hacen mejores a otros y enriquecen nuestras relaciones. No cabe duda que será muy deseable ser más guapos, más rápidos, mejores conductores y con mayores posesiones materiales pero nada de eso se compará con el valor que tiene ser un mejor amigo, ser generoso, ser honesto, saber compartir, ser discreto, ser trabajador, ser respetuoso, etc. Las virtudes nos transforman personalmente.

Por eso, mi invitación no es a buscar comunidades educativas exitosas, sino comunidades educativas virtuosas, con carácter, que sean capaces de dar los frutos que nuestros niños y jóvenes son capaces de dar y que nuestro país necesita. Porque la educación es un bien de la humanidad que cada uno de nosotros debe contribuir a alcanzar.

*Dra. Daniela Salgado Gutiérrez es Directora de la Escuela de Pedagogía y Psicología de la Universidad Panamericana, campus Guadalajara.

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