Jueves, 11 de Septiembre 2025

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

Comer en Guadalajara

Por: Pablo Latapí

Comer en Guadalajara

Comer en Guadalajara

En cuatro décadas como periodista he comido en restaurantes de París que presumen estrellas Michelin. En Nueva York probé fusiones imposibles que reinventan continentes. En Tokio viví ceremonias culinarias donde cada plato era una lección de perfección.

Pero ninguna experiencia me ha conmovido tanto como descubrir, mesa por mesa, la riqueza culinaria de La Gran Guadalajara.

Aquí no solo comes: celebras. Cada restaurante es una declaración de identidad. Cada plato cuenta una historia que trasciende el sabor.

Empecé por lo obvio: las tortas ahogadas en el centro histórico de Tlaquepaque. Creí que serían folclore para turistas. Me equivoqué. La primera mordida fue una revelación: el pan que resiste sin rendirse, la carne perfectamente sazonada, esa salsa de chile de árbol que pica con elegancia. No era comida rápida. Era ingeniería gastronómica perfeccionada durante generaciones.

Después llegó la birria. He probado guisos de todo el mundo, pero nada se compara con ese caldo oscuro, profundo, que abraza el alma. Cada cucharada lleva dentro siglos de tradición. Horas de cocción lenta. Paciencia convertida en sabor.

La carne en su jugo me mostró que la velocidad también puede ser arte. En quince minutos tienes un plato que resume la identidad tapatía: carne asada, frijoles cremosos, cebolla crujiente, cilantro fresco. Simplicidad que oculta complejidad. Como La Gran Guadalajara misma.

Lo extraordinario es que esta ciudad no se conforma con su tradición: la reinventa todos los días.

En restaurantes de alta gastronomía, chefs jóvenes transforman recetas de sus abuelas en obras contemporáneas. He visto cómo elevan una simple quesadilla a experiencia sensorial sin traicionar su esencia.

En los mercados gastronómicos encuentras mundos completos: tacos coreanos que sorprenden, postres de autor que rivalizan con Europa, cocina fusión que fluye con naturalidad, los siempre bienvenidos mariscos de Sinaloa, porque aquí la diversidad es parte de la vida diaria.

La variedad es abrumadora. Auténtica comida japonesa preparada por japoneses. Italiana que conmovería a un napolitano. Española que honra cada región. Y mil fusiones audaces que solo prosperan porque en Guadalajara la creatividad culinaria no tiene límites.

Pero lo que verdaderamente distingue a esta ciudad es su ingrediente secreto: la hospitalidad tapatía.

Los meseros no solo sirven: te adoptan temporalmente. Los chefs no solo cocinan: te comparten su historia familiar. Los restauranteros no solo venden: ofrecen experiencias que se graban en la memoria.

He cenado con ministros en capitales europeas donde el protocolo era perfecto pero distante. Aquí, en un restaurante de barrio, una señora me explicó con picardía durante veinte minutos cómo preparaba su mole, como si fuera mi propia abuela confiándome secretos familiares.

Esa calidez genuina convierte cualquier comida en celebración. No importa si es un puesto callejero o un restaurante galardonado: la hospitalidad es la misma. Auténtica. Generosa. Inolvidable.

En mi programa radiofónico hablo seguido de restaurantes. No promociono negocios: celebro el privilegio de vivir en una ciudad donde puedes comer extraordinariamente bien todos los días. A muy buen precio. Donde la tradición más profunda convive con la innovación más audaz.

Donde cada mesa invita a descubrir por qué La Gran Guadalajara se está consolidando como destino gastronómico mundial.

No por moda, sino por autenticidad.

No por marketing, sino por calidad.

No por casualidad, sino por pasión colectiva servida en cada plato.

Aquí, comer bien no es lujo ocasional: es estilo de vida. Y muy pocas ciudades en el mundo pueden presumirlo con tanta honestidad.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones