Domingo, 16 de Junio 2024

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Combate al crimen organizado: la batalla cultural

Por: Diego Petersen

Combate al crimen organizado: la batalla cultural

Combate al crimen organizado: la batalla cultural

Tres estampas de horror cotidiano.

Estampa 1. En Ajijic, en la playa que deja los vaivenes de la laguna de Chapala, elevaron las alcantarillas, por eso de los caprichos del lago. En uno de esos cilindros de concreto que se levantan dos metros del suelo pintaron una virgen de Guadalupe. Nada tiene de extraño. En la siguiente alcantarilla hay un dibujo que podría ser un grotesco Morelos o quizá simplemente un joven con pañoleta en la cabeza, el rostro tapado, la mirada agresiva. La pintura no es mala, tiene gracia y técnica. Alrededor de la pintura hay una manifestación en letra negra: “No a la ley de seguridad interior”. No la firma una organización de derechos humanos o un colegio de abogados. Es una toma de postura del grupo de crimen organizado local. 

Estampa 2. En el mismo municipio de Chapala están ejecutando una obra pública de remplazo de tubería de drenaje. Ahí están las máquinas rotuladas: “La Refundación marcha a Toda Máquina”. Es la una y media de la tarde. Los trabajadores están a punto de tomar su hora de descanso para comer. Un joven vestido al estilo de las pandillas de Los Ángeles levanta la cinta amarilla que marca la restricción de paso y comienza a gritar: “Hora de drogarse, quién va a querer”. No, no está vendiendo tacos ni tamales, sino droga, en plena calle, a la luz del día. Es miércoles. Ningún vecino se inmuta.

La batalla contra el crimen organizado no es sólo un tema de soldados y armas, que el gran error que hemos cometido es justamente descuidar el flanco cultural

Estampa 3. Un joven veinteañero camina por la calle. Es domingo poco después de las ocho de la mañana. Tiene el paso firme y ruidoso de quien lleva botas de uniforme. La gorra negra con el escudo nacional y un cubrebocas de tela de camuflaje no deja lugar a dudas: es un policía que va camino al cambio de guardia. Lleva una mochila a la espalda de donde sale música de banda. No trae audífonos; quiere que todos escuchen lo que él ha elegido: un narcocorrido que exalta vida y obra de Caro Quintero. Sí, él es policía, pero su corazón está en otro lado.

Siempre hemos dicho que la batalla contra el crimen organizado no es sólo un tema de soldados y armas, que el gran error que hemos cometido es justamente descuidar el flanco cultural. Pero la batalla contra la cultura de la violencia es necesariamente de largo plazo, por eso los sucesivos gobiernos evaden el tema. Estamos perdiendo a los jóvenes y con ellos y ellas a las calles. Eso no es sino una condena a muerte, pero seguimos pensando que el problema de la violencia se resuelve con más policías y más pistolas mientras todos los días perdemos la verdadera batalla, la batalla cultural.

diego.petersen@informador.com.mx

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