Viernes, 26 de Abril 2024

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Clasemedieros, nazis y golpistas

Por: Jaime Barrera

Clasemedieros, nazis y golpistas

Clasemedieros, nazis y golpistas

De las múltiples tentaciones y rasgos autoritarios, y hasta reeleccionistas que han asomado en la personalidad y las posturas asumidas por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en distintos momentos de los 30 meses que lleva como Presidente de México hemos comentado y consignado aquí en repetidas ocasiones. Pero su tirria contra la “clase media” post-electoral ha sido cosa aparte.

Desde las consultas a mano alzada o las encuestas sin el menor rigor científico y metodológico para justificar trascendentes decisiones como la suspensión de la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, hasta los sistemáticos ataques a todo lo que huela a contrapesos como los Órganos Constitucionales Autónomos (Inegi, IFT, Inai, CNDH, Coneval, INE, entre otros) o los intentos para sondear las reacciones de ampliación de mandato en gobernadores como el de Baja California, o más recientemente del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), como para pulsar la posibilidad de una eventual prolongación de su mandato presidencial, son sólo algunos ejemplos superados.

La lectura generalizada de politólogos y analistas era que esos excesos estaban ligados al histórico apoyo popular que se expresó con los más de 30 millones de votos con los que en su tercer intento llegó a la Presidencia de la República, pero por lo visto en estos últimos 18 días luego de la elección del 6 de junio, la pérdida de la mitad de esos sufragios para su partido Morena exacerbó aún más sus delirios de poder hasta hacerlo pasar del hombre fuerte al mesías o a una especie de predicador religioso de la 4T que ha centrado sus condenas en contra de las clases medias malagradecidas y manipulables de México que fueron presa fácil de sus adversarios conservadores, a los que culpa de hacer una campaña sucia para que no respaldaran sus proyecto y le arrebataran a Morena y sus aliados la mayoría casi calificada y la mitad de las alcaldías de la Ciudad de México, que era su bastión desde 1997.

El colmo vino ayer cuando sumó otro eslabón a la ya larga cadena de reproches a la clase media que quiere transformar, pidiendo que los de ese segmento de la población no sólo se informen “en los medios convencionales”, para que no contribuyan como los clasemedieros “mal informados” lo hicieron con el nazismo alemán con Hitler y con el golpe de Estado en contra de Salvador Allende en Chile.

Entre su narrativa de gobernante distinto, austero y democrático, pero que habita un Palacio que tiene un púlpito desde el que cada mañana embiste a sus adversarios y divide al país entre liberales y conservadores, fifís y pobres, amigos y enemigos de la 4T, le escapa inevitablemente el talante autoritario de un líder falto de autocrítica a un gobierno que ha incumplido sus principales promesas, y que lo achaca a una clase media hipócrita, “aspiracionista” y sin escrúpulos que es necesario cambiar para que sea menos materialista y más solidaria.

Instalado en su espejismo de superioridad moral, y pese a que ningún precepto constitucional lo faculta para decir qué es bueno y qué es malo para sus gobernados, AMLO insiste en gobernar con sus homilías moralizantes desde su púlpito mañanero que le sirven como cortinas de humo y distractores para evadir los grandes problemas que padece el país, empezando por la infiltración delincuencial que se expresó claramente en las elecciones del 6 de junio en muchas regiones del país, y que por cierto, al partido que mas favoreció fue a Morena, el suyo.

jbarrera4r@gmail.com

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