Jueves, 18 de Abril 2024

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Chile: el capitalismo al desnudo

Por: Rubén Martín

Chile: el capitalismo al desnudo

Chile: el capitalismo al desnudo

El pueblo chileno salió ayer viernes masivamente a las calles y plazas de sus ciudades más pobladas para protestar en contra del Gobierno que preside Sebastián Piñera, reclamar su salida y exigir un nuevo constituyente. Un día antes, tras el inicio de la huelga general, se convocó a “la manifestación más grande de la historia de Chile”. Y todo indica que lo lograron. Tras esta masiva movilización, el régimen de Piñera, la partidocracia, la oligarquía y los militares que son los verdaderos dueños de ese país están emplazados.

El movimiento popular y social chileno más grande de la historia reciente comenzó a partir del alza al precio del pasaje del Metro de Santiago de Chile, el pasado 6 de octubre. Las protestas surgieron de inmediato, y en apenas 10 días se convirtieron en un poderoso movimiento que cuestionaba el régimen.

La primera respuesta del Gobierno de Piñera fue ordenar la brutal represión en contra de los manifestantes. Pero, además, planeó un macabro plan de construir un “enemigo interno” al cual declararle la guerra. Este “enemigo interno” eran los “vándalos y violentos” (“alienígenas”, los llamó la esposa de Piñera), que se dedicaban a saquear supermercados y destruir patrimonio urbano y del transporte público.

Está documentado que la gran mayoría de saqueos y destrozos fueron provocados por agentes del régimen. Todo ha sido una fría construcción del Gobierno y de los militares para así justificar la declaratoria del Estado de excepción y el toque de queda en nueve de las 18 regiones de Chile. Por primera vez desde que los chilenos sacaron a Pinochet del poder, los militares volvieron a las calles.

Pero a pesar del Estado de excepción y de la dura represión, las manifestaciones no se detuvieron. Al contrario. En redes sociales se viralizaron videos, fotos y audios de las personas golpeadas, heridas, torturadas e incluso asesinadas por las fuerzas armadas. La feroz represión de carabineros y militares provocó rabia en la mayoría de la sociedad y alentó más las protestas.

Esta respuesta a la represión marcó un punto de inflexión en el movimiento. Ya no sólo se exigía dar marcha atrás al aumento del precio del Metro; ahora también se demandaba fin a la represión, retirar a los militares de las calles y destituir a los responsables.

Pero además se puso en cuestionamiento el discurso de legitimación del régimen. Apenas un mes atrás, las clases dirigentes chilenas decían que esa nación era un “oasis” o paraíso en el contexto de la pobreza y atrasos de las sociedades de latinoamericanas.

Bastaron dos semanas de protestas para desnudar el verdadero estado del antagonismo social en Chile: una minoría que es dueña de 80% del país y una gran mayoría condenada a una vida de duro trabajo para apenas sobrevivir.

Y fue como si de súbito se encontraran con que la dictadura pinochetista soportada por los militares nunca se fue, y que la llamada “democracia” era apenas una careta para ocultar un país desigual e injusto, donde la oligarquía protegida por los militares tiene todo, mientras a la mayoría se le condena a una vida indigna.

El potente movimiento popular chileno de dos semanas a la fecha ha cuestionado no sólo el modelo neoliberal que se impuso en Chile a sangre y fuego desde la dictadura del infame Augusto Pinochet, en 1973. Al mismo tiempo ha desnudado y vuelto transparentes para millones de chilenos las relaciones de opresión y explotación sobre las que se reproduce un sistema social como el capitalista.

Pero una vez que el pueblo despertó, ya no quiere regresar atrás. Exige una vida digna. No en balde la memorable canción de Víctor Jara: “El derecho a vivir en paz”, se toca al final de las protestas como el himno del pueblo rebelde, del pueblo que lucha por el derecho a vivir en paz, y dignamente.
 

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