La semana que termina fue una triste semana en el mundo de la música: el lunes se anunció la muerte de Charles Aznavour y el sábado, la de Montserrat Caballé.Aznavour era el último de los grandes y más queridos chansonniers franceses del siglo XX y a sus 94 años seguía en los escenarios con envidiable entereza. Había dicho que quería vivir cien años y morir en las tablas, y casi lo logró. Supo hacer triunfar su enorme talento a pesar de todo: era chaparrito, narigón, de aspecto endeble y melancólico, y tenía una voz y un timbre peculiares, muy alejados de lo que normalmente se espera de una estrella del espectáculo.Había nacido en París el 22 de mayo de 1924 de padres armenios que huyeron del genocidio en Turquía (su nombre original era Shahnour Varinag Aznavourian). Su carrera como compositor e intérprete duró más de 70 años, grabó más de 1 200 canciones y apareció en más de 60 películas. Las canciones las componía, solo o en coautoría, para sí mismo o para otros cantantes (Édith Piaf, quien fue importantísima para lanzarlo; Gilbert Bécaud, Juliette Gréco, Maurice Chevalier...). También las que él interpretaba fueron retomadas, en francés u otras lenguas, por figuras como Fred Astaire, Frank Sinatra, Andrea Bocelli, Bing Crosby, Ray Charles, Bob Dylan, Liza Minelli, Elton John, Tom Jones, José Carreras, Julio Iglesias...En el cine su papel más recordado es el del músico tímido, de sonrisa tristona, protagonista de la película Tirez sur le pianiste, de François Truffaut (1960); también actuó bajo la dirección de André Cayatte, Claude Chabrol, Volker Schlöndorff (en la cinta de 1979 El tambor de hojalata, basada en la novela de Günter Grass, que recibió el Óscar). Dirigido por Plácido Domingo, apareció en 1984 en la versión filmada en la Royal Opera House de Londres de Die Fliedermaus, con Kiri Te Kanawa.El viernes 5 de octubre la República francesa dedicó a Charles Aznavour un homenaje de Estado en el patio mayor de Los Inválidos, donde el Presidente Macron pronunció un discurso extraordinariamente bien escrito -y bien leído-. Echó mano de varias frases de las canciones más conocidas del homenajeado, que han llegado a ser de uso común entre los franceses. Afirmó que Aznavour es, por aclamación popular, “uno de los rostros de Francia” y de su tradición de acogida y asimilación en una cultura que es ante todo una lengua: la del “país de Cyrano de Bergerac, donde nada se resiste al genio del verbo, al panache; donde la belleza llega a quienes saben cantar y escribir, donde todos vibramos al unísono de una lengua llevada en lo alto...” y remató: “porque en Francia, los poetas nunca mueren”.Fue muy significativo que en el homenaje participara el Primer Ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, para honrar a quien siempre se mantuvo cercano y fiel a sus raíces de origen: tras el devastador sismo de 1988 en Armenia, Aznavour grabó su canción “Pour toi, Arménie” con la colaboración de más de ochenta artistas, e instituyó una fundación que lleva su nombre para contribuir a aliviar las necesidades del país.
