R.P. Eugenio Arriaga, RectorLic. Guillermo Martínez, Presidente de Iteso, A.C.El campus del Iteso es un patrimonio público. Dada su espléndida vegetación cumple una importante función ambiental para una extensa zona del sur de la ciudad. Desde 1963, ha venido -pese a su desafortunado emplazamiento en la lejana periferia urbana- prosperando y convirtiéndose en un lugar significativo, útil y entrañable para decenas de miles de alumnos y egresados, para maestros, padres de familia y empleados.Los tres primeros edificios -A, B y C- fueron la obra del notable y malogrado arquitecto Ignacio Aguilar Valencia, hijo de don José, el benemérito donador de la cuarentena aproximada de hectáreas de las instalaciones. Esos edificios, de una extraordinaria sencillez y funcionalidad, han prestado sus servicios por más de medio siglo.Luego vinieron múltiples y variadas intervenciones arquitectónicas en el campus: Salvador de Alba, León Leroy y Alfredo Varela; Luis Gutiérrez, Jaime Castiello Camarena; Rafael Gutiérrez Hermosillo, Alberto González y Javier Díaz (cuyo muy brillante edificio de maestrías fue incomprensible y arbitrariamente destruido hace no mucho); Alejandro Ramírez Ugarte, Ignacio Díaz Morales (un extraordinario patio para la Escuela de Arquitectura ahora modificado lastimosamente), Carlos Petersen y Juan Palomar, Jenaro da Silva, Miguel Santa Cruz, Leopoldo y Fernando Fernández, Alejandro Guerrero y Andrea Soto, Jorge Tejeda, y otros que ahora se olvidan y que disculparán la omisión.El infalible recurso para dar armonía a esta heterogeneidad es el profuso arbolado y la vegetación, justo orgullo de los itesianos, y que mayormente se debe a la sabiduría del padre Xavier Scheifler, S.J., y luego al entusiasta y meritorio equipo de jardineros.Pues resulta que, según tristes rumores, que son el único recurso para irse enterando dada la falta de transparencia de la institución, aparentemente se pretenden grandes cambios que suenan a grandes y graves disparates. Con la consultoría del destacado arquitecto capitalino Francisco Serrano (coautor del edificio de la Universidad Iberoamericana), y siempre siguiendo los por supuesto no confirmados rumores, se ha planteado la destrucción de los citados edificios A, B y C aduciendo su obsolescencia. Esto es falso, ya que fueron hace tiempo reforzados estructuralmente para cumplir con todas las especificaciones, y además han demostrado su funcionalidad y adecuada prestancia durante décadas. Tienen por delante más décadas de buen servicio.Además del costosísimo desperdicio de recursos de estas supuestas demoliciones, aparentemente se pretende, mediante el arrasamiento de estas edificaciones, crear una “gran diagonal” entre el ingreso y la rectoría, dejando así un gran “espacio libre” al centro del campus. Esperemos que estos despropósitos sean solo rumores de planes ya abortados.Lo que urgiría en cambio, es liberar las más de ocho hectáreas destinadas al muy dispendioso estacionamiento vehicular. Esto se podría lograr a través de un eficiente y muy rentable edificio que bordeara al Periférico. Así se obtendría una inapreciable reserva territorial arbolada para más jardines y algunas construcciones académicas. Faltaría también el saneamiento y aprovechamiento del Arroyo Seco, colindante por más de 700 metros con el Iteso y cuyo cuidado respondería a los más elementales principios sociales del Iteso. Y tantas otras cosas aconsejables. Pero la falta de transparencia, la increíble ausencia de interlocución de su propia Escuela de Arquitectura, y el verticalismo autoritario han impedido un mayor florecimiento del campus del Iteso, ahora un patrimonio arquitectónico y ambiental de todo Guadalajara. Esperemos de algo tener noticia seria.
