Todo comenzó la mañana del 11 de septiembre del 2001 cuando en Nueva York se iniciaban las actividades de un día más. Cuatro aviones -dos de American Airlines y dos de United Airlines- fueron secuestrados. Dos fueron estrellados en las torres gemelas del World Center, el tercero fue impactado erróneamente en la fachada oeste del Pentágono- cuando su destino era el corazón del edificio- y el cuarto se precipitó a tierra antes de llegar a su destino que era el Capitolio.El ataque fue cometido por yihadistas (fundamentalistas musulmanes que defienden la lucha armada con objetivos religiosos y entienden la yihad como una guerra santa), que causaron la muerte de 2,996 personas, incluidos los 19 terroristas, y más de 25 mil heridos. Los ataques fueron atribuidos a Osama Bin Laden, jefe del grupo terrorista al-Qaeda, que apoyado por islamistas radicales que controlaban Afganistán se negaron a entregarlo. Dos meses después de los ataques -enero del 2002- Estados Unidos y sus aliados iniciaron los primeros ataques aéreos y fue el inicio del envío de tropas norteamericanas -que se ha prolongado por dos décadas- que está a punto de terminar con el retiro total de militares estadounidenses, dejando a los talibanes el camino libre para recuperar el control del país, con un saldo de una guerra de 20 años, miles de millones de dólares invertidos en una fallido intento por democratizar Afganistán y la pérdida de 2,448 soldados norteamericanos.El expresidente Gorge Bush fue quien comenzó la historia de esta guerra; Barak Obama quiso reducir tropas, pero al final solo las incrementó; Donald Trump en su último año de gobierno firmó un acuerdo con paz con los talibanes que incluía la retirada completa de militares en mayo pasado, sin embargo a tres meses de asumir la presidencia -abril 6- Joe Biden dijo que quería que las tropas salieran totalmente, convencido de que dejando pocos militares no evitan una eventual victoria de los talibanes. Seguramente el documento ‘Lecciones aprendidas’, realizado por la Oficina del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán que fue publicado por The Washington Post, que describe un panorama devastador de corrupción, incompetencia y falta de motivación convencieron al mandatario a tomar la decisión de retirar tropas, no continuar perdiendo dinero y -sobre todo- vidas humanas.Hoy que se habla del precipitado retiro de las tropas norteamericanas, la eficiente y sorpresiva reconquista de los talibanes y conclusiones de los análisis elaborados, empiezan a surgir las versiones de cómo el Pentágono y el Congreso de Estados Unidos que estaban al tanto del sombrío panorama de posibilidades de éxito y de las condiciones poco propicias para lograr una verdadera democratización, nunca quisieron corregir el rumbo o asesorar a la Casa Blanca a tomar una decisión que desde hace mucho tiempo debió haberse tomado.La ‘Operation Lasting Freedom’ -Operación Libertad Duradera-, como se llamó hace 20 años al envío de tropas a Afganistán y que después se convirtió en ‘Freedom’s Sentinel’ -Centinela de la Libertad- para muchos ha sido un fracaso de nación para Estados Unidos en el objetivo de liberar a un país, no tanto así como fracaso militar, ya que mientras los militares estuvieron allí se guardó cierto orden. Sin embargo, la prolongada incursión en Afganistán -sin lograr el objetivo final-, la guerra de Corea, donde hasta la fecha las Coreas siguen en guerra -ya que nunca se firmó un tratado de paz-, y la guerra de Vietnam, que sirvió para contener el comunismo en Asia, pero que las fuerzas estadounidenses se vieron frustrados en ganar las batallas decisivas, nos hablan de una historia de fracasos, intervenciones prolongadas, algunas colapsadas, costosas y con la pérdida de más de 100 mil vidas (40 mil en Corea, 60 mil en Vietnam y 2,500 en Afganistán, en números redondos). Tema que continuará siendo motivo de debate y de argumento para que la historia lo califique. ¿Usted, qué opina?