Lo que para unos sigue siendo el Salón Tesorería en Palacio Nacional -que fue sede la Tesorería de la Federación de 1891 hasta 1997, pero que desde este último año se llama Guillermo Prieto- donde el presidente tiene colocado su púlpito para las mañaneras, la semana pasada desde ese mismo escenario, pero no con los reporteros sino con la ‘crema y nata’ del lopezobradorismo -al estilo director de orquesta- López Obrador casi con ‘batuta en mano’ organizó el coro que decía, “Presidente, Presidente, Presidente”. El clamor, vocerío y griterío no se refería al mandatario, la bulla era para Adán Agusto López Hernández, el secretario de gobernación. Era oficialmente su segundo destape de la baraja de los que pudieran ser el posible elegido del partido oficial para las elecciones del 2024.López Obrador primero lo había hecho con Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, cuando el presidente le levantó el brazo delante de algunos seguidores y la señaló con el dedo índice y aplaudiéndole, como una señal simbólica que era la primera en la baraja. Después se agregó el canciller Marcelo Ebrard, más por méritos por lo que ha representado al gobierno -dando la cara al mundo ante la actitud de ‘avestruz’ de López Obrador que se ha encerrado en Palacio ante el mundo- que posiblemente por los mismos deseos del presidente.Pero todos estos escenarios aparecen cuando apenas ha cruzado la mitad de su periodo y ante la imposibilidad de poder cumplir muchas de sus promesas de campaña ha buscado adelantar los tiempos en una franca señal de desesperación y de buscar temas distractores que lleven la conversación por otro rumbo.El presidente está desesperado. El revés de la revocación de mandato -donde 50 por ciento de quienes lo llevaron a la presidencia no aparecieron en este proceso ante las urnas-, la reforma eléctrica -donde la ya se dio cuenta que si hay una oposición y que está unida-, la lluvia de crítica y burlas por parte de especialistas cuando se refieren a su ‘segunda nacionalización del litio’ y ahora las reformas electoral y de la guardia nacional en proceso que están destinadas a tengan como destino el basurero de la Cámara de Diputados. Y no hablemos de la ‘funcionalidad’ y ‘competitividad’ del ‘abarrotado’ aeropuerto Felipe Ángeles, que está más solo que un estadio de fútbol vetado.El presidente ha querido enamorar a la oposición ‘rasguñando’ a algunos actores políticos para llevarlos y darles hueso en posiciones correspondientes al servicio exterior mexicano y ofreciéndoles consulados y embajadas, artimaña que no ha cambiado en nada el panorama con la ‘disidencia’, además de intentar aplicar el dicho de “divide y vencerás” con su ejercicio, pero que tampoco le ha funcionado.El presidente después de dos semanas llenas de adversidades el viernes dijo que, “nosotros queremos que haya una transformación, ya no queremos que haya tapados ni tapadas”, queriendo justificar su ‘exhibición de corcholatas’, e intentando extender el tema en la conversación nacional y que nos olvidemos de lo otro, de lo que verdaderamente importa.Lo que le interesa a López Obrador, quien insistimos está desesperado, es hacer ruido con lo que sea, y aquí seguimos. ¿Usted, qué opina?daniel.rodriguez@dbhub.net
