Algún día de esta semana se espera la reaparición de López Obrador en la escena pública. El que haya dado negativo a la prueba de antígenos no significa que esté completamente recuperado. Si algo tiene esta enfermedad es que una cosa es ganarle a los bichos y otra muy distinta estar bien de salud. Hay quien sale con secuelas y quien la padece por meses, pero todo lo que digamos sobre esto es mera especulación, pues la salud de los presidentes en este país es secreto de Estado.Lo peor que podría hacer el presidente, por su salud, es acelerar su reincorporación a las actividades con el ritmo de trabajo que tenía previo al contagio. Lo prudente sería una reincorporación paulatina, aunque ya sabemos que lo suyo lo suyo no es la prudencia. Más allá de eso, si algo ha quedado claro estas dos semanas de ausencia pública del Presidente es que su gobierno gira en torno a una solo eje y que si ese engrane no se mueve el resto se paraliza.Difícilmente vamos a ver al Andrés Manuel de antes. Su agenda tendrá que ser por unos días o semanas mucho más reducida y por tanto selectiva. Si alguien piensa que veremos de regreso a un AMLO más conciliador y autocrítico, me temo que se quedará con las ganas, por el contrario, lo más probable es que veamos a un presidente calculador, concentrado en dos temas estratégicos de su gobierno: ganar la elección y lograr los cambios legales, las famosas cincuenta iniciativas, en el periodo legislativo.Para el diálogo con el Congreso utilizará a sus operadores favoritos, que no son por supuesto los de la secretaría de Gobernación, sino la oficina de asuntos jurídicos de la presidencia que encabeza Julio Scherer. La más delicada y urgente es la reforma en materia energética, que saldrá rápido por su carácter de preferente, pero que terminará irremediablemente en las cortes nacionales e internacionales. Independientemente del resultado de los juicios, que se van a prolongar años, estas controversias serán el campo ideal para sembrar el discurso nacionalista. No tarda en comparar la reforma de la CFE con la nacionalización petrolera.La elección la va a operar el propio Presidente. No solo está tomando y seguirá tomando todas las decisiones de candidaturas importantes de Morena, eso se da por descontado, sino que el clima augura mañaneras más cortas, pero más rijosas, con más ataques y confrontaciones. Desde el púlpito de Palacio, el Presidente marcará el tono y el discurso de las campañas. Se enfrentará a todos a la vez, como un espadachín en película de piratas, pero sobre todo al INE que cada vez que intente hacer su trabajo, pidiéndole al presidente que se someta a la ley, recibirá una andanada de descrédito.El AMLO post Covid, me temo, no será otro, sino el mismo, pero acelerado.diego.petersen@informador.com.mx
