Altamente preocupante es que justo en la medida en que la pandemia de coronavirus en México profundiza en su fase de aceleración, muchos liderazgos de nuestra clase política y gubernamental, pero también de los poderes fácticos, han agudizado también su escalada de mezquindad y lejos de hacer un frente común para mitigar la catástrofe que se nos viene, cada día polarizan más el ambiente en busca de capitalizar política y económicamente esta crisis de efectos insospechados. Sin duda para que crezca esta espiral de enconos por disputas de poder se ha contribuido desde la Presidencia de la República, que al igual que desde antes de esta emergencia sanitaria, es el propio Andrés Manuel López Obrador quien desde sus ruedas de prensa mañaneras atribuye y reprocha intentos de complot de sus “adversarios” para justificar y rechazar críticas a sus decisiones de gobierno que, a todas luces, están lejos de dar los resultados que el mismo gobierno de la autollamada cuarta transformación se han propuesto. Más aún. A ese púlpito desde donde el Presidente emite homilías para condenar a opositores y presumir que en sus políticas siempre serán primero los pobres, han sumado otro donde se pontifica (pese a los desatinos y la resistencia inicial de López Obrador a reconocer la gravedad de la epidemia) de las bondades de la estrategia del gobierno federal para enfrentar al COVID-19 donde la voz cantante la lleva el polémico subsecretario de salud, Hugo López-Gatell. Como lo he comentado aquí, este infectólogo se supo reponer de sus yerros iniciales al tratar de defender las pifias de su jefe en torno al coronavirus, pero parece que el protagonismo que ha alcanzado lo ha hecho caer en excesos y a enfrentarse con autoridades locales. Pese a los resultados contundentes que tiene Jalisco en el manejo de la pandemia al mantenerse entre las entidades con menos casos y fallecimientos, la semana pasada minimizó los niveles de aislamiento logrados y el reclamo de que empresas no esenciales seguían operando. Esto provocó que tanto empresarios como el gobernador Enrique Alfaro y el alcalde tapatío Ismael del Toro fustigaran sus afirmaciones. También se ha enfrentado con el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, por la falta de apoyos a esa entidad. Pero no sólo ha tenido diferencias con los opositores, sino también con el gobernador morenista de Baja California, Jaime Bonilla, quien ha desmentido sus cifras, como también lo hizo el conductor estrella de TV Azteca, Javier Alatorre, pese a que el dueño de esa televisora, Ricardo Salinas Pliego, es un aliado y beneficiario del gobierno de la 4T.Pero ciertamente, los gobiernos estatales opositores no han desaprovechado este momento de debilidad presidencial para buscar también raja política y más presupuesto, con la mirada puesta en quitar la mayoría parlamentaria a Morena. Por eso los fieles a AMLO no dejan pasar una de estos opositores, como ayer le ocurrió a Alfaro a quien acusaron de un protagonismo excesivo bajo el pretexto de la pandemia, y de la toma de medidas “dictatoriales” como el aislamiento social obligado con multas y arrestos de por medio.La tensión política que está generando esta toma y daca de todos contra todos en medio de la contingencia sanitaria a nadie ayuda. Por eso, ahora que a partir de este lunes todos estamos obligados a usar cubrebocas, que nuestros políticos y funcionarios tapen también su boca, se serenen, paren el fuego a sus “adversarios” y se concentren en el combate al coronavirus. Les van sus carreras políticas, y hasta sus vidas y las de todos y todas, en ello.jbarrera4r@gmail.com