Sábado, 20 de Abril 2024

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A Virginia Woolf por Blanca Martínez Cano

Por: Maya Navarro de Lemus

A Virginia Woolf por Blanca Martínez Cano

A Virginia Woolf por Blanca Martínez Cano

“Ya casi era hora y no hay trazas de ella. Me levanto envuelta en humo y sin mucho cuidado aparto la bandeja con comida que de manera insistente me traen mañana, tarde y noche. Apago el cigarrillo en la taza de café frío y, como en estos últimos días, se me revuelve el estómago al ver todo eso en los platos, tan parecido a gusanos apilados unos sobre otros.

Me abotono el abrigo que elegí por tener bolsas grandes al frente. Estoy temblando. Han sido muchas las noches en vela. Estoy decidida a no volver a dejarla entrar. No puedo volver a caer en sus garras. Aunque sé que estoy perdiendo la partida, pero lo más importante es que él no sepa que ya está de regreso y que viene furiosa, más decidida por última vez.

Tomo la carta que acabo de escribirle, prendo otro cigarro y me tumbo en esta silla. Sé que estoy haciendo lo correcto o tal vez, lo sé es que no tengo otra salida, sin embargo, en estos momentos, lo único que me tranquilizaría es tener seguridad de que él me va a perdonar, de que él va a entenderme después de mis razones.

Me duelen los dedos, veo los raspones y uñas rotas y casi disfruto el dolor. Apenas será una docena de piedras las que apilé en la orilla y, sin embargo, estoy agotada. ¡Y pensar lo contento que se pusieron todos cuando me vieron salir hoy! Me animaron diciendo que era un magnífico día para hacer cosas nuevas. Tienen toda la razón.

Trato, sin lograrlo, de definir cuando empecé a extrañarla, supongo que me sentía incompleta, aunque supiera que su presencia corrompía todo lo que estaba cerca. Por lo visto, el miedo al abismo fue menor que la satisfacción de sentirlo La idea de poder enfrentarla y vencerla me fortalecía y me daba esperanzas de volver a ver a mi esposo a los ojos sin culpa.

Y así, la dejé entrar algunas veces, cuando él todavía estaba en la imprenta con la condición de que se esfumara justo antes de oír el -Virginia, ya llegué- de todas las tardes. Y, al principio, más que lo esperado, fue maravilloso. Escribía, comía, dormía. No era su llegada sino su huida silenciosa la que me llenaba de fuerza y bienestar.

Mi esposo seguía atento. Mi infinitamente comprensivo esposo. Lleno de sospechas, pero sin preguntas ni reclamaciones. Observando temeroso cada movimiento de la casa, cada gesto, cada bocado que no me llevaba a la boca. Se convencía que seguíamos solos dejando fuera de nuestra conversación la mitad de nuestros recuerdos.

Pero una cosa llevó a la otra, no sé cuando bajé la guardia y esas horas que me llenaban de energía se tornaran asfixiantes. Ahora, ella decide cuando llega, a veces ni siquiera se va, se esconde, se burla de mí. Me controla de noche y de día, desordena mis cosas, mis ideas, mis escritos. Sé que se siente poderosa y sé que ya no tengo fuerzas.

Me doy prisa. Tiene que ser antes de que llegue él o… ella. Salgo del estudio, dejo la carta sobre la chimenea para asegurarme que la va a encontrar él y voy directamente al jardín. Lo siento cerca. Avanzo sin voltear a ver atrás y corro, corro desaforadamente antes de que ella llegue, corro directamente al rio, me lleno lo bolsillos de piedras, avanzo y siento, aliviada, el agua fría.

Me siento libre. No me alcanzó. Él va a entender. Esta vez, no lo permití. Por fin no dejé que la locura se apoderará de mi”.

Sobre Virginia Woolf

Esta poética narración escrita por Blanca nos sitúa en el instante en que la escritora inglesa decide suicidarse en el río Ouse. Y su novela -Entre actos- es la última obra que escribió, fue publicada póstumamente y enseguida considerada una obra maestra del siglo XX. Destacan: “La señora Dalloway”, “Al faro”, “Las olas”, “Los años”.

-Orlando- novela ,difícilmente clasificable, como escribió, Jorge Luis Borges, su traductor… “Colaboran la magia, amargura y felicidad”. Tuvo una ambigua pasión por Vita Sackville-West. Estuvo casada con Leonard Woolf y juntos dirigieron la editorial Hogarth Press.

Blanca, mi gratitud por pensar en “Mujeres que dejan huella”.

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