Juan Carlos Osorio podría hacer suyos los versos de “La Llorona” (“Ayer maravilla fui, Llorona, y ahora ni sombra soy”)… pero al revés.Cuando abordó el avión hacia el Mundial de Rusia, vía Dinamarca, aún resonaban en sus oídos los ecos del clamor de los aficionados que presenciaron el partido amistoso de despedida del “Tri” en el Estadio Azteca, con Escocia como adversario: “¡Fuera Osorio…!”. Desde el domingo, tras la victoria sobre Alemania, no hace falta decreto presidencial alguno que lo declare Héroe Nacional: ya lo es por aclamación.*Eso —puntualicemos—, hasta hoy… y por lo menos hasta el sábado. Ya después del partido contra Corea del Sur habrá que extender el plazo hasta el siguiente, ante Suecia; y enseguida hasta el primero de la segunda ronda; y a continuación (sería lo deseable) hasta el famoso “quinto partido”; etc.En lo que eso sucede, una de las consecuencias del triunfo sobre Alemania ha sido el vocerío de un sector de la crítica —la misma crítica que cuestionaba los métodos del técnico colombiano, aunque sus resultados en la eliminatoria no daban mayor margen a objeciones—… ¡para que se le recontrate por lo menos hasta el siguiente Mundial!De ahí la alusión a los versos de “La Llorona”: ayer, charlatán, vendedor de versos, etc.; hoy, la divina garza envuelta en huevo.*Por fortuna, ni Osorio ni los dirigentes de la Selección mexicana dan señales de escuchar esa demanda. Sin perjuicio de que el técnico, en su fuero interno, ya haya tomado una decisión en función de las ofertas que probablemente ya haya recibido y de las motivaciones que pudiera tener para cerrar el ciclo actual o extenderlo, lo sensato es permitir que este se cumpla.¿Qué pasaría —pongamos por caso— si, en medio de la borrachera por la hazaña del domingo pasado, se le extiende el contrato, y en los próximos partidos el “Tri” enseña el cobre y no es capaz de conseguir los resultados que ahora críticos y aficionados esperan…?*El mayor capital que un técnico puede tener es su liderazgo sobre el grupo: algo que depende primordialmente de la confianza de los aficionados; algo que se sustenta, por sobre todas las cosas, en los resultados.México, en el Mundial de Rusia, ganó —contra todos los pronósticos— la primera batalla. Pero el resultado de la guerra (llamémosla así) aún está en veremos…
