Miércoles, 01 de Mayo 2024

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* Siboldi

Por: Jaime García Elías

* Siboldi

* Siboldi

En el peculiar mundo del futbol impera el adagio de “Cuando el enfermo se muere, el médico es el culpable”.

En el peculiar mundillo del futbol, aunque los hay con atenuantes o agravantes, puesto que fracaso significa “falta de éxito”, se entiende que al término de cada campeonato todos los equipos, salvo uno, fracasan.

En ese singular mundillo es una práctica común el sacrificio de chivos expiatorios. La “vox populi”, como en el relato evangélico, desahoga su frustración ante el fracaso de sus equipos predilectos, con el orfeón de “crucificadle”.

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Bien. En el caso del Torneo Guardianes a punto de concluir, la guillotina -simbólica- ya cortó el pescuezo de Antonio Mohamed, por parte del Monterrey, y Juan Reynoso, del Puebla, entre otros. Ayer se sumó a la lista Robert Dante Siboldi, lo que amerita comentario...

El gol de Vigón, cuarto de los “Pumas” en la espectacular remontada de la semana pasada ante el Cruz Azul, selló, de manera inapelable, la sentencia de muerte -simbólica también-, inapelable, para Siboldi. Su continuidad al frente de los “Cementeros” pasó a ser insostenible. Aun sin el orfeón que, desde las tribunas, lo condenara, el alarido de la sentencia fue estentóreo.

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Pocas cosas hay tan difíciles como defender a un condenado a muerte... y más si la sentencia se produce por aclamación. Sin embargo, vale señalar que los desahogos de los directivos “cementeros”, calificando de “timorato” el planteamiento del segundo partido de semifinales y de “mediocres” a los jugadores, salieron del hígado… pero no de la cabeza de sus autores.

Desde el 4-0 favorable del partido de Ida; en las 72 horas siguientes; en el vestidor antes del de vuelta; en el “team-back” de los jugadores previo al silbatazo inicial; en el vestidor, en el medio tiempo (ya con el 3-0 adverso), la consigna tuvo que ser la misma; siempre la misma: hacer un gol, lo que obligaba a los “Pumas” a anotar seis... no para levantarse de la lona sino para salirse de la tumba.

Por lo que haya sido -el penalty decretado que el VAR revocó, por ejemplo-, no se pudo. Y aunque el resultado, como ya se apuntó, condenaba a Siboldi al cese, su mensaje de despedida, ayer, negando que su planteamiento fuera timorato o sus jugadores mediocres, es, en medio del naufragio, un alegato a favor de la dignidad y el profesionalismo.

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