Miércoles, 01 de Mayo 2024

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* Peiró

Por: Jaime García Elías

* Peiró

* Peiró

Ahora que las circunstancias obligan a abrir la ventana y mirar al cielo para tratar de descubrir si hay vida en Marte, de España llega una noticia que invita al aficionado al futbol –atrapado en el juego de “¡Engarróteseme ‘ai!...”, sin esperanzas de que nadie, por un buen rato, lo libere del encanto— a una serie de reflexiones que llevan, felizmente, a la conclusión de que, en algún aspecto al menos, la regla de que “todo tiempo pasado fue mejor”, opera exactamente a la inversa…
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La noticia refiere que murió Joaquín Peiró.

Peiró fue figura del futbol español a mediados del siglo pasado. Jugó en el Atlético de Madrid de 1955 a 1962, y en Torino, Inter de Milán y Roma hasta 1970. Alternó, entre otros, con Luis Suárez, y tuvo entre sus entrenadores al mítico Helenio Herrera. Sin embargo, es probable que pocos, entre las actuales generaciones de aficionados, lo recuerden, porque su nombre se quedó a años luz de los DiStéfano, Puskas, Kubala, Pelé, Sívori y demás leyendas de su tiempo.
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Para los aficionados mexicanos que ya peinan canas –si algo peinan…—, en cambio, Peiró está vivo en sus recuerdos…

No para bien, como ocurre con los añejos “tifosi” que aún festejan el gol que anotó tras robar el balón al portero del Liverpool mientras lo estaba botando, durante la final de la Copa de Europa de 1965, y sirvió para que el gran Inter de Helenio Herrera, con Luis Suárez, Mazzola, Fachetti, Burgnich, etc., la ganara por segundo año consecutivo.

Sí para mal, porque en el Mundial de Chile, en 1962, México jugó para ganar el segundo partido –perdió el primero, como era previsible, ante Brasil, que se proclamaría bicampeón mundial—, lo que no sucedió porque (“para variar…”) no concretó sus oportunidades…, y porque, en los minutos finales, una descolgada de Gento terminó con un remate de Peiró, precisamente, que significó la victoria para España.
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Unos días después de aquella derrota, México conseguiría su primera victoria en un Mundial (sobre Checoslovaquia, 3-1). Luego vendrían los empates ante Francia y Uruguay en Inglaterra-66 y los triunfos en México-70, que rompieron el maleficio de que el “Tri” –“el eterno adolescente del futbol mundial”, lo llamaban— fuera contumaz, sistemático, irredento coleccionista de derrotas en esas competencias.

Lo cual no obsta para desear a Peiró –y a su memoria— el descanso eterno.
 

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