Martes, 19 de Marzo 2024

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* Actitud… y capacidad

Por: Jaime García Elías

* Actitud… y capacidad

* Actitud… y capacidad

Habrá quien quiera buscar en la “actitud” -una de las mil muletillas institucionalizadas en la jerigonza futbolera- la diferencia, en el partido del sábado, entre Puebla y Guadalajara…

Uno entró a la cancha motivado por el afán de conseguir los tres puntos que le permitirían -como sucedió, al combinarse su victoria con la derrota de Tijuana, como local, ante Lobos BUAP- dar el salto a la zona de clasificación para la “Liguilla”. Otro lo hizo animado, en el mejor de los casos, por la vergüenza profesional de sus jugadores y -quién sabe hasta qué punto…- el discurso motivacional del técnico que sus dirigentes se sacaron de la manga como “bombero” para las últimos cuatro jornadas del viacrucis que ha sido este campeonato.

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Más allá de esa entelequia, fue evidente que la diferencia que a la postre se reflejó en un marcador que pudo ser escandaloso pero gracias al VAR se limitó a ser inobjetable (3-1), no fue la famosa “actitud” -“manifiesta disposición de ánimo”, según el diccionario- sino los argumentos futbolísticos, individuales y colectivos, esgrimidos por los “Camoteros”… y la inoperancia de las fórmulas empleadas por Tomás Boy para salvar del naufragio al barco rojiblanco.

Ni la ortodoxia utilizada en la alineación inicial, ni el recurso desesperado de poner tres centro delanteros -Pulido, Vega y Cisneros- en la última media hora de partido, en acatamiento del precepto de “atacar con todo” aun a riesgo de debilitar el bloque defensivo (dicen que “da lo mismo perder por tres que por cuatro”), dieron los resultados apetecidos. Se estaba ganando -mediante un autogol, pero en fin...- un partido que debía y que supuestamente podía ganarse… y finalmente se perdió -como ya se va haciendo costumbre- en forma inobjetable.

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La del Atlas en León, en tanto, fue -con la venia de García Márquez- la consabida Crónica de una Muerte Anunciada.

La reacción que permitió a los rojinegros acortar distancias en el marcador, obedeció, según el consenso de los críticos y las declaraciones de Nacho Ambriz, timonel del León, más a desatenciones o exceso de confianza de los verdes, que a una metamorfosis de los tapatíos. El marcador con que los leoneses sellaron su décimo segunda victoria consecutiva puso en su lugar a los ilusos que aventuraron, en vísperas del duelo, su confianza en que se reeditara, en versión futbolera, el pasaje bíblico de David y Goliath.

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