Viernes, 26 de Abril 2024

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- Trapacerías

Por: Jaime García Elías

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Cuando “Lula” da Silva era presidente de Brasil, poco faltó para que sus más entusiastas panegiristas iniciaran el proceso de su canonización. Hoy está encarcelado… A su condena inicial de 12 años de prisión, acaba de sumarse otra similar por el mismo delito que la primera: corrupción. Lo cual significa que posiblemente pasará en presidio buena parte del resto de su vida.

-II-

En México, para bien o para mal, esas cosas, al menos a ese nivel, no suceden. A nivel de gobernadores, muchos -priistas en su mayoría- han estado recientemente encarcelados o procesados, por delitos que van desde operaciones con recursos de procedencia ilícita hasta peculado, defraudación fiscal o delincuencia organizada; otros se han dado a la fuga. Nombres: Mario Villanueva (Quintana Roo), Andrés Granier (Tabasco), Jesús Reyna (Michoacán), Flavino Ríos (Veracruz), Guillermo Padrés (Sonora), Luis Armando Reynoso (Aguascalientes), Rodrigo Medina (Nuevo León), César Duarte (Chihuahua), Roberto Borge (Quintana Roo), Fidel Herrera (Veracruz), Gabino Cué (Oaxaca), Tomás Yarrington (Tamaulipas), Jorge Torres (Coahuila) y Javier Duarte (Veracruz).
En varios casos más, cuyas supuestas trapacerías han estado en las lenguas de la gente, o no hubo denuncias, o salieron limpios de las auditorías realizadas a sus gestiones… o no hubo “voluntad política” para ahondar en las investigaciones, quizá para eludir el riesgo de que “con la vara que midas serás medido”. En otros, que involucraban a ex Presidentes, la posibilidad de que se tomaran medidas legales para descartar que fuera mal habida la ostensible riqueza que algunos acumularon durante su ejercicio, se estrellaba ante el esquema de complicidades que generaba el “partido único”, vigente durante siete décadas… y porque “la alternancia en el poder” se suscribió, aparentemente, a la misma fórmula.

-III-

La política social de “Lula” da Silva, como presidente, sacó a 28 millones de brasileños de la pobreza; en seis años de su gobierno, la desnutrición de Brasil se redujo un 73 por ciento, y la mortalidad infantil en un 45 por ciento; mediante la generación de millones de empleos formales, se abatió el trabajo infantil y se llevó a los niños y jóvenes que laboraban a las 214 escuelas de educación básica y 14 universidades creadas en su Gobierno.

Todo lo cual no obstó para que el aparato judicial de su país documentara sobornos de empresas, en beneficio del partido político de “Lula” y del mismo ex presidente, a cambio de contratos de obra pública.

Pero, claro: Brasil es Brasil… y otra cosa es otra cosa.

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