Viernes, 19 de Abril 2024

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- ¡Pobre Alcalde…!

Por: Jaime García Elías

- ¡Pobre Alcalde…!

- ¡Pobre Alcalde…!

El entonces arzobispo, José Garibi Rivera -la anécdota es consabida-, negó la anuencia solicitada por el entonces gobernador, Jesús González Gallo, para convertir a Fray Antonio Alcalde en el primer inquilino de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres -aun sin ser jalisciense de origen- aduciendo maliciosamente que “al rato va a estar en malas compañías”…

La profecía del que luego sería el primer cardenal mexicano, en cierto modo, se cumplió. Los restos de Fray Antonio no fueron trasladados a la Rotonda -están dispersos, al uso de entonces, en varias iglesias de la ciudad-, pero la estatua que perpetúa su memoria, instalada en esa céntrica plaza hace tres meses, se convirtió en motivo de escándalo al revelarse, ayer, que el autor de la pieza escultórica, Alfredo López Casanova, incluyó en la misma, subrepticiamente, “mensajes encriptados” a manera de protesta “ante el fallo de las autoridades respecto a las miles de desapariciones en el Estado”.

-II-

Uno de los mensajes (“No son 3, somos todxs”) puede leerse, a manera de título, en el libro que Alcalde sostiene entre las manos; otros (“Vivos los llevaron, vivos los queremos”; “Memoria, verdad y justicia”, más la cifra de 6,503, alusiva a las desapariciones denunciadas y no resueltas) aparecen en la base de la estatua.

En el aspecto artístico, quizá la estatua de Alcalde no desmerezca con respecto a sus vecinas -unas mejores que otras- en ese espacio. Lamentablemente, una vez que los mensajes “encriptados” se hicieron públicos, es obvio que la intención, tanto de las autoridades, al disponer su elaboración e instalación en la plaza en que se pretende honrar a los jaliscienses esclarecidos, como de los ciudadanos, al contemplarla con respeto a la persona que representa, se desvirtúa. La pieza se convierte, ipso facto, en una especie de panfleto; en pretexto para difundir una reconvención, un mensaje de carácter crítico a las autoridades por su incompetencia para resolver una demanda de carácter social que ciertamente la rebasa, pero que acaso sea injusta en muchos casos, considerando que no necesariamente detrás de todas las desapariciones -voluntarias muchas de ellas- hay delitos que perseguir.

-III-

En lo que el entuerto se enmienda, queda claro que la intención de quienes quisieron honrar a uno de los mayores benefactores históricos de Guadalajara, fue adulterada dolosamente por un activista social travestido de escultor, al usar la estatua para defender una causa, probablemente lícita, pero que en todo caso debería ventilarse por otros medios, igualmente lícitos.
 

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