Jueves, 28 de Marzo 2024

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- Padre Chuchín

Por: Jaime García Elías

- Padre Chuchín

- Padre Chuchín

Cuando alguno de los lidercillos de la FEG violenta de los últimos años del siglo pasado, seudo estudiante de la Prepa 2, intentó amedrentarlo, pistola en mano, para que le pusiera 100 de calificación final en Historia de México, pese a que en todo el curso ni siquiera se molestó en hacer acto de presencia alguna vez en el aula, el Padre Chuchín -así, sin comillas- supo aparentar la serenidad necesaria para responderle:

-A mí no me vas a asustar con una pistola. Para que te lo sepas, mi madre, en mi pueblo, tenía siempre la pistola en el buró, junto al rosario.

-II-

Es probable -deseable, además, para sus legiones de alumnos y amigos- que la historia completa de ese suceso aparezca en las Memorias que el Padre Gómez Fregoso dice estar escribiendo. Memorias en que muy probablemente conseguirá, como en los varios libros y en los centenares de artículos periodísticos que ha publicado a lo largo de su vida (86 años ya), hermanar -como aconseja Tomás de Iriarte Samaniego en una de sus fábulas (El Jardinero y su Amo)-, “unir la utilidad con el deleite”.

Esa ha sido, por lo demás, la obra maestra cotidiana, ejemplar, de la vida del Padre Chuchín: hermanar sus dos mayores vocaciones: la de sacerdote (jesuita, para más señas) y la de maestro (en el ITESO y en la Universidad de Guadalajara desde hace más de medio siglo). En ambas se ha significado, entre muchas otras cualidades, por su don de gentes. Lo mismo en sus homilías que en sus cátedras, Chuchín ha hecho del respeto a sus semejantes, cualquiera que sea su ideología, y del amor al prójimo en la más perfecta de sus formas, una filosofía. En ambas palestras, asimismo, ha hecho del sentido del humor inteligente -valga la redundancia- el excipiente que no sólo ha facilitado que sus palabras lleguen a sus destinatarios, sino que les ha hecho placenteros sus mensajes.

-III-

Enamorado de “la Guadalajara tapatía” -la expresión es suya-, de la que quedan, por desgracia, cada vez menos vestigios, el Padre Chuchín fue reconocido con el Premio Ciudad de Guadalajara hace cinco años; objeto de un homenaje adicional, el año pasado, por el Ayuntamiento de su ciudad de adopción, y de uno más, ayer, por la Universidad de Guadalajara en la que pocos maestros habrán dejado una huella tan profunda como la suya en la mente y en el corazón de sus alumnos.
 

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