Jueves, 18 de Abril 2024

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- La paja y la viga

Por: Jaime García Elías

- La paja y la viga

- La paja y la viga

Otra vez, en asuntos en que la Iglesia es protagonista, recobra vigencia la conseja evangélica de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio…

-II-

La paja: dentro de la corriente mundial que tiende a debatir y eventualmente a legalizar el aborto, no sólo cuando el embarazo es consecuencia de una violación o hay malformación del feto o peligra la vida de la madre, el Senado, en Argentina, rechazó lo que la Cámara de Diputados había aprobado previamente. La influencia que seguramente tuvo la Iglesia en la resolución -que aún no es definitiva, según los entendidos- contrarió a quienes plantean que, legalizados o no, los abortos (clandestinos muchas veces, en condiciones precarias, altamente riesgosas para la vida de la madre) se seguirán practicando de cualquier manera.

Se plantea que una primera consecuencia de la resolución senatorial será un mayor descrédito de la Iglesia frente a amplios sectores de la población, y una disminución de su influencia en ellos. Se insiste en que, puesto que los “embarazos no deseados” son, en la mayoría de los casos, consecuencia del libertinaje entre los jóvenes, la verdadera solución al problema debería ir a los cimentos y orientarse a la prevención; es decir, a la educación sexual.

-III-

La viga: el Papa Francisco, en una carta publicada ayer, retomó el tema de los abusos sexuales por parte de religiosos que incumplen el voto eclesiástico de castidad; y lo peor: dañan severamente a sus víctimas: niños, sobre todo. El Papa, como otras veces sus dos predecesores y él mismo, externa su vergüenza y pide perdón en nombre de la Iglesia. Pero va más lejos esta vez: reconoce esas faltas como “crímenes que generan hondas heridas”; habla de las medidas que deberían tomarse a favor de las víctimas -la reparación del daño-; de los errores cometidos en el pasado, al manejar las denuncias con tibieza rayana en la complicidad, y de las medidas conducentes a evitar que casos similares -miles se han denunciado de unos años a la fecha- se repitan…

Las palabras, sin duda, están muy bien. Falta lo principal: pasar a los hechos… Para recuperar la autoridad moral que en esa materia ha perdido, la Iglesia sólo tiene un camino: la congruencia. Es decir, facilitar que se trate a los autores de esos crímenes como los criminales que son; no con la relativa benevolencia con que se trata a los simples pecadores.
 

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