Viernes, 26 de Abril 2024

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- “Hay que comer...”

Por: Jaime García Elías

- “Hay que comer...”

- “Hay que comer...”

Lo contaba así Juan Verdaguer -humorista uruguayo- (supondremos que más como chascarrillo que como experiencia personal):

“En nuestro viaje de bodas, mi esposa y yo pasamos tres días con sus noches sin salir del cuarto del hotel. Al cuarto día, bajamos al restaurante.

“-¿Qué van a ordenar los señores? -nos preguntó el mesero.

“-Ya sabes lo que a mí me gusta -me dijo mi esposa.

“-Sí, mi vida -le dije yo-… pero hay que comer”.

-II-

Viene al caso el cuento -con la venia del lector puritano… si alguno hubiera- por uno de los temas ventilados por su protagonista habitual en “la mañanera” de ayer en Palacio Nacional: no la presunción de sus “amuletos” -allá cada uno y sus supersticiones- sino su preocupación, sensata, legítima, irreprochable, por “mucha gente que se gana la vida en la calle”.

Esta vez tiene toda la razón: “Se van los diputados, se van los senadores -las dos cámaras entraron en receso-, pues no hay problema. Pero toda la gente, los que trabajan, que viven de la actividad económica, de lo que consiguen diariamente; los que se buscan la vida como pueden…”.

En efecto: además de que muchos son los habituales proveedores de “el pan nuestro de cada día”, para decirlo de manera genérica, hay infinidad de mexicanos -la mayoría quizá- condenados a ganarse diariamente el sustento propio y de los suyos: la gente que expende provisiones en tiendas de barrio, tianguis y mercados; la gente que gana el salario mínimo -si bien le va…- y “comisiones”, porcentajes u ocasionales propinas por la venta de productos u oferta de servicios condenados al desplome mientras dure la contingencia de la que apenas estamos en la parte inicial.

-III-

Para la gente que tiene ahorros; para los burócratas, obreros y empleados que tienen un salario asegurado, la situación será difícil, pero llevadera. Para quien tiene casa propia, lo mismo… Pero, ¿y los que viven al día…? ¿Y los que pagan renta…?

Además de que, como ya se apuntó, son personas -miles de personas en todo el país- cuyos oficios son esenciales para la vida ordinaria de los demás, dependen absolutamente de su actividad para su sobrevivencia y la de sus familiares. Los mecanismos que permitan la realización de sus trabajos deben ser, por supuesto, una de las prioridades en la presente emergencia, con todas sus complejas -imprevisibles muchas de ellas- implicaciones.

Después de todo, Verdaguer tenía razón: “¡Hay que comer…!”.

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