Dijo el simple:-Sí es cierto que los indios caminan en fila india… Yo una vez vi uno.-II-Intentar el balance de un sexenio cuando apenas se ha recorrido la tercera parte del mismo, es tan necio como salirse del teatro -lo mismo si feliz o desencantado- al final del primer acto. Agarrarse de las encuestas, como el náufrago a una tabla ardiendo, para sostener que el margen de aprobación de la actual administración, hoy en día, es mayor al que le dio el triunfo en las urnas hace dos años, es argumento propio de un sofista. Para tener un indicio más claro, habría que esperar, en todo caso, a la consulta -en 2022, supuestamente- sobre la eventual revocación de mandato.Es probable, en todo caso, que cuando ese ejercicio se realice, la participación ciudadana sea masiva: sin los márgenes de abstencionismo -sintomáticos de apatía ciudadana- habituales en los procesos electorales en México. Esa sería la consecuencia lógica de la prédica y la práctica de un régimen que atiza todos los días el caldero de la confrontación, y que ha hecho su divisa de la máxima de que “el que no está conmigo, está contra mí”.Si millones de ciudadanos han tomado partido, decididamente; si las encuestas reflejan franca división de opiniones entre los gobernados; si quienes lo ven todo blanco son tantos como los que lo ven todo negro; si solo una insignificante minoría prefiere verlo gris en diferentes tonalidades -o no ver, de plano-, el único relativo consuelo que queda es que, hasta donde se sabe, a nadie se coarta el derecho de pronunciarse en uno u otro sentido… aunque se exponga a que lo lapiden -simbólicamente- los que transitan por la acera opuesta.-III-Es público y notorio, en tanto, el grado en que -independientemente de los estragos causados por la pandemia del COVID-19, con la que nadie contaba… (y que a algún despistado le cayó “como anillo al dedo”)- se han cumplido, o no, las promesas de campaña (“palabras, palabras, palabras…”) relacionadas con temas sensibles para las mayorías, como la seguridad pública y el bienestar económico, o los resultados de la lucha contra la delincuencia (aunque el discurso oficial prefiera darle un lenguaje conciliador, casi maternal) o la reducción de la impunidad…Colofón: quizá no venga al caso, pero vino a la memoria el carro de Juca Chaves (humorista brasileño), que tenía tres velocidades: “Despacio…, más despacio…, y parado”.
