Jueves, 28 de Marzo 2024

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- Benedicto

Por: Jaime García Elías

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No lo dijo exactamente con esas palabras, pero Benedicto XVI renunció al pontificado, hace nueve años, porque consideró, en conciencia, no tener la fuerza necesaria para limpiar todo lo sucio y enderezar todo lo torcido que había -¿y aún hay...?- dentro de la Iglesia. Entre lo más sucio y más torcido, por cierto, los miles de escándalos de pederastia que detonaron durante su pontificado y el de su predecesor, Juan Pablo II... y, sobre todo, la preocupación de la Iglesia más por encubrirlos que por permitir que se ventilaran públicamente y se sancionara a sus autores.

Enclaustrado en el Vaticano desde 2013, tras dimitir de su cargo, Benedicto XVI rompió su silencio el martes: pidió perdón a las víctimas de abusos... aunque eludió los señalamientos de haber encubierto, primero como arzobispo de Múnich, después como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (el ex Santo Oficio) y posteriormente como pontífice, infinidad de casos debidamente documentados y ampliamente publicitados.

-II-

Constituyen clamores las voces e integran nutridas bibliotecas los libros que solo en el último medio siglo han denunciado tales abusos...

Botones de muestra:

* En “La Otra Cara de Wojtyla”, Giancarlo Zizola reprochaba la tibieza de Juan Pablo II para enfrentar esa crisis: “Se usaban las gasas y las vendas del botiquín vaticano para cubrir la herida, dejando para las calendas griegas la operación quirúrgica”.

* Gianluigi Nuzzi, en “Las Cartas Secretas de Benedicto XVI” (el libro que probablemente precipitó la insólita renuncia del pontífice), repara (p. 97) en que, hasta 2007, solo en Estados Unidos se habían denunciado 4,500 casos de pedofilia, y que “las diócesis norteamericanas habían desembolsado 900 millones de dólares” para indemnizar a las víctimas y dejar impunes a sus victimarios.

* Paolo Rodari y Andrea Tornielli, en “En Defensa del Papa” (Benedicto XVI) reparan (p. 185) en que “se ha preocupado más de mantener el secreto, evitar los escándalos, proteger la reputación de la Iglesia y salvar sus bienes”.

* Fernando M. González, en “La Voluntad de no Saber”, asienta que a “la institución católica (...), al creerse firme y constantemente asistida por el Espíritu Santo (...), le resulta casi insoportable aceptar (...) que incluso está muchas veces por debajo de los estándares mínimos que pretende exigirle a los otros”.

-III-

Colofón: Quizá Alberto Athié -ex sacerdote, denunciante de los abusos de que personalmente fue víctima- tenga la mejor respuesta a la indulgencia solicitada por Benedicto XVI en su mensaje:

-Perdono... pero pido justicia.

jagelias@gmail.com

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