Viernes, 26 de Abril 2024

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- “Aquí nos tocó vivir…”

Por: Jaime García Elías

- “Aquí nos tocó vivir…”

- “Aquí nos tocó vivir…”

Pues sí: para bien o para mal, “Aquí -y lo más grave: ahora…- nos tocó vivir”.

No se extinguían totalmente aún los ecos de los fastos conmemorativos de la celebración del 450 Aniversario de la Fundación de Guadalajara, en 1992, cuando las explosiones en el Sector Reforma y el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo inspiraron un chascarrillo de humor negro: “Lo bueno es que vienen tiempos mejores para Guadalajara: si ya lleva cuatro refundaciones, la próxima será mejor; después de todo, por algo dicen que ‘no hay quinto malo’…”.

-II-

De la Guadalajara Amable que en las generaciones pretéritas tenía fama de ser -con la venia de Luis Spota- “Casi el Paraíso”, algo queda: principalmente, el sueño de quienes la conocieron así, “amable”, “linda y provinciana”, porque se reconcilie con los trazos que en su canción plasmó de ella Pepe Guízar; porque se recuerden, si acaso, como pesadillas condenadas a quedarse en la memoria, pero que no necesariamente dejan cicatrices indelebles en el alma, episodios de violencia como los que se vivieron en sus calles, a plena luz del día, el lunes pasado.

Es válido, por una parte, acatar las indicaciones de la autoridad: desoír los rumores; no contribuir a la inestabilidad emocional de la población difundiendo -o, peor aún, agregándoles de la propia cosecha- versiones irresponsables, infundadas o dudosas. Es válido, considerando que “la experiencia no es lo que a uno le pasa sino lo que uno hace con lo que le pasa” (Arturo Hernández dixit), aprender a vivir con precauciones en un entorno de suyo resbaladizo… pero no resignarse a vivir con miedo.

-III-

Sería ilusorio, en cambio, suponer que las cosas van a cambiar, para bien, merced a la voluntad de los habitantes o a la palabra de los gobernantes. Los autores del (fallido, felizmente) atentado contra el ex fiscal Luis Carlos Nájera, de los bloqueos con vehículos incendiados en diversos puntos de la ciudad y de los enfrentamientos que inicialmente dejaron un saldo de ocho heridos de bala, viven entre nosotros; están aquí porque aquí han encontrado las condiciones propicias para desarrollar sus actividades delincuenciales. Sería ilusorio anticipar que el desenlace de las investigaciones que seguramente se emprendieron a partir de esos sucesos, sea el esclarecimiento pleno de los hechos, la identificación y aprehensión de los responsables y la aplicación irrestricta de la ley a cada uno de ellos.
En efecto: el monstruo vive a nuestro lado.

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