Viernes, 19 de Abril 2024

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- “Unidad”

Por: Jaime García Elías

- “Unidad”

- “Unidad”

Aunque nada revelan acerca de los “ingredientes secretos” de sus fórmulas –que alguna semejanza deben tener con las nauseabundas pócimas de las brujas de Macbeth–, los partidos políticos gestionan que en los medios se informe y comente cómo funcionan sus peroles y calderos en períodos como los actuales, previos a las elecciones. Se afanan por proyectar hacia el exterior la imagen de que hurgan denodadamente para detectar entre “sus cuadros” (así se dice en la jerigonza que manejan), en efecto, a “los mejores” y proponerlos a los electores como los más idóneos para alcanzar los espacios públicos, desde donde gobernarán pensando siempre –¡oh, sí…!– en el bien común, y jamás de los jamases en los particulares o de grupo.

-II-

Ahora mismo, cuando hay partidos cuyos dirigentes no acaban de decidirse con respecto a quiénes serán sus abanderados para la elección de gobernador del Estado, uno de dichos dirigentes, a la vista de que en su partido hay tres “suspirantes” –de los que, por lo que se vislumbra, no se hace uno–, tuvo a bien soltar una frase para los bronces: “La historia de elecciones ganadas –por su partido, se infiere–, demuestra que la victoria es posible cuando la unidad del partido se hace presente”.

“Unidad” (por definición, “cualidad de lo que no puede ser dividido”, o “cualidad de algo entre cuyas partes hay coordinación”): he ahí –según el interfecto– la clave del triunfo en materia electoral… Faltaría recordar, tangencialmente, que cuando su partido (adivine, lector amable, de cuál se trata) ganó elecciones, había el antecedente de que había gobernado previamente uno que se ganó a pulso el rechazo generalizado de la ciudadanía por episodios como las explosiones en el Sector Reforma de Guadalajara o el asesinato del cardenal Posadas Ocampo, y por los recurrentes capítulos de nepotismo descarado que la vox populi llamó de “los papayos” (por aquello de “¡papá, yo…!”); y que cuando perdió, la clave de que se le volteara el chirrión por el palito fue la sucesión de caprichos, frivolidades, tonterías y posibles corruptelas que fueron el sello distintivo de su ejercicio de Gobierno.

-III-

No es, por lo tanto, según todos los indicios, la cacareada “unidad” (que en la política, definida como “el arte de tragar sapos sin hacer gestos”, muy frecuentemente es pura y despreciable disciplina) la clave del triunfo, sino el grado de prestigio que los partidos –y sus candidatos, sobre todo– tienen como capital a la vista.

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