Lunes, 09 de Junio 2025
Estilo | Estilo

¿Qué es lo kitsch y por qué nos hace sentir tan bien?

La belleza de lo feo que nos abraza el alma

Por: Maité Ruiz Velasco

¿Qué es lo kitsch y por qué nos hace sentir tan bien?. ESPECIAL

¿Qué es lo kitsch y por qué nos hace sentir tan bien?. ESPECIAL

Por alguna razón seguimos guardando esa taza con ositos, viendo por décima vez una película navideña con guion predecible, o cantando a todo pulmón una balada ochentera con saxofón incluido. Son cosas que, desde lo estético, podrían considerarse feas, exageradas o de mal gusto. Pero ahí están, acompañándonos como viejos amigos.
Hay adornos que no tiramos aunque estén rotos, canciones que suenan a drama puro pero nos consuelan, y películas que, aunque sepamos cada línea de memoria, nos salvan de una noche triste. Todo eso que algunos llaman kitsch —por cursi, por colorido, por demasiado— tiene una cualidad inesperada: nos da consuelo.

¿Qué es lo kitsch y por qué nos hace sentir tan bien?. ESPECIAL

En un mundo saturado de filtros, minimalismo y estética impecable, el kitsch resiste como un refugio emocional. Nos conecta con recuerdos, con afectos, con un gusto sin pretensiones que no busca aprobación. ¿Por qué lo sentimental, lo exagerado o incluso lo ridículo nos da tanta calma? ¿Y qué dice eso de nosotros, de lo que necesitamos para sentirnos a salvo?

¿Qué es lo kitsch?

Lo kitsch se refiere a objetos o expresiones artísticas consideradas cursis, sobrecargadas, sentimentales o incluso ridículas. Son cosas que, según los cánones del “buen gusto”, no deberían gustarnos… pero nos encantan. Una figura de porcelana de un perro con ojos tristes. Una lámpara de lava. Un cuadro de delfines saltando en un atardecer. El cine de Hallmark. La discografía completa de Camilo Sesto. Todo eso es kitsch.

¿Qué es lo kitsch y por qué nos hace sentir tan bien?. ESPECIAL

Aunque nació como un término despectivo en el siglo XIX, hoy lo kitsch tiene un valor cultural propio. No es solo “malo”, es “tan malo que es bueno”. O, mejor dicho: tan sentimental, tan desbordado, tan demasiado, que termina tocándonos una fibra honesta.

¿Por qué nos da confort?

  1. Nostalgia pura y dura: Mucho de lo kitsch nos remite a la infancia, a casa de la abuela, a tardes viendo telenovelas con mamá, o a épocas donde no había ironía en nuestros gustos. El confort viene de esa conexión emocional: nos sentimos seguros porque lo reconocemos, lo asociamos con momentos más simples.
  2. Nos permite sentir sin juicio: Lo kitsch nos da permiso para ser cursis sin culpa. Podemos llorar con una canción dramática sin tener que explicarlo, o enamorarnos de lo estéticamente excesivo sin temor al ridículo. Hay algo profundamente liberador en disfrutar algo que no busca ser sofisticado, sino solo provocar una emoción directa.
  3. Nos conecta con lo humano: La imperfección de lo kitsch es parte de su encanto. Es como una declaración fallida de belleza que, por eso mismo, se vuelve entrañable. Hay algo muy humano en el intento torpe de ser bello o conmovedor, como esas películas de bajo presupuesto que, sin querer, terminan siendo hilarantes y tiernas.

Ejemplos que abrazan el alma

  1. Películas: Las comedias románticas con finales predecibles, los musicales de antaño con coreografías desbordadas, o esas cintas navideñas que sabemos cómo terminan… y aun así nos hacen sonreír. No son obras maestras, pero nos reconfortan como un abrazo familiar.
  2. Canciones: Esas baladas que parecen gritar lo que no nos atrevemos a decir, himnos de karaoke con letras apasionadas, o pop ultra pegajoso que nos levanta el ánimo sin pedir permiso. A veces lo que más conecta no es lo perfecto, sino lo que se siente sincero.
  3. Objetos: Copas con grabados dorados, cojines con lentejuelas reversibles, cuadros de caballos o lobos con miradas intensas. Todo lo que brilla un poco “de más”, pero que guarda un rincón en nuestro corazón.
  4. Moda: Camisas con estampado de galaxias, scrunchies, gafas en forma de corazón. Prendas que tal vez no ganen premios de diseño, pero sí nos hacen sonreír en el espejo.

¿Y si el kitsch también fuera arte?

Hay quienes creen que disfrutar lo kitsch es una forma de ironía posmoderna. Otros piensan que es una reacción al exceso de minimalismo frío. Y hay quien lo vive simplemente como lo que es: un gusto sincero por lo sentimental, lo exagerado y lo imperfecto. En todos los casos, lo kitsch nos ofrece una pausa del cinismo. Una ventana hacia lo emocional sin filtros.

Al final del día…

Lo kitsch no es solo un estilo, es una experiencia afectiva. Una forma de volver a lo que nos hace sentir, aunque no sea elegante. Una canción que nos hace llorar, aunque su letra sea ridícula. Un adorno que nos recuerda a alguien querido. Quizás, en un mundo que exige tanto control y corrección, lo kitsch es un refugio emocional. Y eso, más que feo, es profundamente bello.

Lee también: ¿Por qué todo es beige? La obsesión minimalista que está pintando el mundo de monotonía

MR

Temas

  • Kitsch
  • Estilo
  • Tendencias

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones