Martes, 03 de Junio 2025
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Plantar un jardín también es una forma de sanar

Beneficios mentales y emocionales de estar en contacto con la naturaleza

Por: Maité Ruiz Velasco

Beneficios mentales y emocionales de estar en contacto con la naturaleza. ESPECIAL

Beneficios mentales y emocionales de estar en contacto con la naturaleza. ESPECIAL

En un mundo que no se detiene —donde las pantallas parpadean sin cesar y las urgencias cotidianas nos consumen— el acto de hundir las manos en la tierra puede parecer un gesto pequeño. Pero en esa sencillez radica una forma profunda de volver a uno mismo. La jardinería, más allá de sus frutos visibles, es también un bálsamo para el alma.

El poder de lo verde

Diversos estudios respaldan lo que muchas personas ya intuyen desde la experiencia: el contacto con la naturaleza reduce los niveles de ansiedad, mejora el estado de ánimo y ayuda a combatir la depresión. La jardinería en particular tiene beneficios únicos: no solo se trata de estar al aire libre, sino de participar activamente en el ciclo de la vida.

Cuidar una planta es, en cierto modo, cuidar de uno mismo. Implica paciencia, observación, constancia. No hay notificaciones urgentes, solo brotes que se abren cuando es su tiempo, raíces que crecen en silencio.

Beneficios mentales y emocionales de estar en contacto con la naturaleza. ESPECIAL

Tierra que cura

Quienes han atravesado duelos, rupturas o crisis emocionales saben que hay días en los que las palabras no alcanzan. En esos momentos, el jardín se vuelve refugio. Cada semilla sembrada es una pequeña apuesta por el futuro. Cada poda, una forma de soltar.

Además, estudios en neurociencia han demostrado que ciertos microorganismos presentes en la tierra —como el Mycobacterium vaccae— estimulan la producción de serotonina, el neurotransmisor del bienestar. Literalmente, tocar la tierra puede hacernos sentir mejor.

Un jardín propio, un espacio seguro

No hace falta tener un terreno amplio. Un balcón, una terraza o incluso una repisa soleada bastan para comenzar. Las plantas aromáticas como la lavanda o el romero, además de ser fáciles de cuidar, tienen efectos calmantes. Las suculentas y cactus enseñan que incluso en condiciones adversas, la vida encuentra cómo sostenerse.

Cada espacio verde que cultivamos es también una metáfora: el jardín crece, se transforma, y con él también lo hacemos nosotros.

Lee también: Pensamientos que parecen verdad (pero solo es la ansiedad hablando)

Cultivar para sanar

En un tiempo donde la inmediatez reina, la jardinería nos devuelve el ritmo lento de lo natural. Nos obliga a estar presentes. A observar los pequeños cambios. A tolerar la espera. Y en ese proceso silencioso, muchas veces, empezamos a sanar.

MR

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