A veces parece que la adultez vino a llevarse nuestras amistades como si fueran cosas de otro tiempo, como las pijamadas, los cumpleaños con pastel o los mensajes que decían “¿paso por ti en 10?”. De pronto, cada quien tiene sus horarios, sus cargas mentales, sus pendientes y su cansancio. Y aunque el cariño sigue ahí, ya nadie tiene ganas de salir un jueves.Pero crecer no tendría que ser sinónimo de distanciarse. Solo que ahora toca hacer las cosas distinto. Las amistades adultas requieren una dosis más alta de paciencia, comprensión y flexibilidad. Ya no se trata de vernos todo el tiempo, sino de estar cuando de verdad importa.La amistad adulta no se ve como en la universidad. No hay planes improvisados a medianoche ni tardes enteras para “ponerse al día”. Y está bien. Aceptar que la dinámica cambió es el primer paso para mantener relaciones saludables. Menos frecuencia no significa menos cariño.Un meme, un “pensé en ti cuando vi esto”, o un audio de tres minutos pueden ser formas válidas (y valiosas) de mantener el contacto. No subestimemos el poder de una conversación por WhatsApp para hacer sentir que seguimos presentes.Puede que ya no salgamos “porque sí” un jueves, pero se pueden cultivar microespontaneidades: un café exprés antes de recoger a los niños, una videollamada en lugar de una comida que nunca se concreta, o un “voy por tu zona, ¿te asomas 10 minutos?”. Lo importante es no esperar el momento perfecto.Ya no necesitamos vernos todos los fines de semana. Una cita al mes, bien conversada y sin prisas, puede significar más que múltiples encuentros apurados. Las amistades se nutren de presencia sincera, no de frecuencia forzada.No todo vínculo requiere planear con un mes de anticipación, pero sí requiere intención. Tener una lista mental de “personas que me importan” y darles prioridad, aunque sea en pequeñas dosis, ayuda a que no se enfríe la relación.En definitiva, ser amigo en la adultez requiere creatividad, paciencia y un poco de flexibilidad. Ya no somos quienes fuimos a los 20, pero aún podemos construir amistades que duren décadas, incluso si ya no salimos un jueves.Porque al final, las amistades adultas no desaparecen. Solo cambian de forma. Y aunque ya nadie tenga ganas de salir un jueves, todavía podemos hacernos sentir cerca. Eso también cuenta. Eso también es amor. MR