Domingo, 20 de Abril 2025
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Colecho: Lo que pasa con el cerebro de los niños que duermen con sus padres

Lejos de ser una simple costumbre, el colecho tiene un impacto real en el desarrollo cerebral y emocional de los niños

Por: Brenda Barragán

La clave está en encontrar lo que funcione mejor para cada familia, con información, consciencia y amor. CANVA

La clave está en encontrar lo que funcione mejor para cada familia, con información, consciencia y amor. CANVA

Dormir juntos, también conocido como colecho, es una práctica común en muchas culturas del mundo. Aunque ha generado controversia en sociedades occidentales por razones de seguridad, independencia y costumbres sociales, recientes investigaciones científicas sugieren que el colecho puede tener efectos profundos en el desarrollo neurológico y emocional de los niños. 

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Un entorno de seguridad y regulación emocional

Durante el sueño, especialmente en los primeros años de vida, el cerebro infantil está en pleno desarrollo. En esta etapa, la presencia física y emocional de los cuidadores actúa como un regulador externo. Dormir con los padres ofrece al niño un entorno más predecible, cálido y seguro. Esta cercanía:

  • Reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
  • Favorece la liberación de oxitocina, conocida como “la hormona del amor”, que fortalece el vínculo afectivo.
  • Estabiliza la frecuencia cardíaca y la respiración del bebé.

Todo esto crea un ambiente neurológicamente más estable, lo que se traduce en un sueño más profundo y reparador, especialmente en bebés y niños pequeños.

El colecho y el apego seguro

El colecho también está estrechamente relacionado con la teoría del apego seguro. La cercanía física nocturna permite al niño desarrollar una mayor confianza en que sus necesidades serán satisfechas. Esto se traduce en:

  • Mejor autorregulación emocional a largo plazo.
  • Menor ansiedad en la infancia y adultez.
  • Mayor empatía y habilidades sociales.

Desde una perspectiva cerebral, estas experiencias fortalecen las conexiones en regiones como la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal, áreas clave para la gestión emocional, la memoria y la toma de decisiones.

Una crítica común al colecho es que puede dificultar el desarrollo de la autonomía. Sin embargo, los estudios sugieren lo contrario: los niños que duermen con sus padres no son menos independientes, y en muchos casos, desarrollan mayor confianza en sí mismos a medida que crecen. Esto ocurre porque se sienten emocionalmente seguros desde una edad temprana, lo que les permite explorar el mundo con mayor tranquilidad.

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Es importante señalar que el colecho debe practicarse con seguridad. Las recomendaciones incluyen:

  • No practicar colecho si alguno de los padres fuma, consume alcohol o medicamentos sedantes.
  • Utilizar superficies firmes y evitar colchones blandos o con muchas almohadas.
  • Evitar compartir la cama con bebés prematuros o de bajo peso al nacer, especialmente en los primeros meses.

Lejos de ser una simple costumbre, el colecho tiene un impacto real en el desarrollo cerebral y emocional de los niños. Dormir junto a los padres no solo calma, sino que literalmente moldea el cerebro infantil, fortaleciendo las redes que sustentan la regulación emocional, el apego y la seguridad interior.

Como en todo, la clave está en encontrar lo que funcione mejor para cada familia, con información, consciencia y amor.

BB

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