Las chinches, cuyo nombre científico es Cimex lectularius, son insectos parásitos que dependen de la sangre de personas y animales para sobrevivir y reproducirse. Aunque necesitan alimentarse, pueden resistir largos periodos sin hacerlo, dependiendo de factores como la etapa de su desarrollo y el ambiente en el que se encuentren. Estos insectos suelen esconderse en camas, sábanas, muebles, ropa y otros rincones del hogar. Son especialmente activos durante la noche, momento en el que buscan alimentarse. En cuanto a su ciclo de vida, este consta de tres fases: huevo, ninfa y adulto. Los huevos eclosionan entre los seis y 10 días posteriores a la puesta, influenciados por la temperatura del entorno. La etapa de ninfa incluye cinco fases, y en cada una necesitan alimentarse al menos una vez con sangre para continuar su desarrollo. La transición completa de ninfa a adulto suele durar entre cinco y ocho semanas, dependiendo de la temperatura y la disponibilidad de alimento. Ya como adultos, pueden vivir de seis meses hasta un año, aunque este tiempo varía según las condiciones climáticas y el acceso a sangre. En ambientes con temperaturas entre 20 y 30 grados Celsius y un suministro constante de alimento, su vida puede extenderse hasta un año. En cambio, la falta de alimento o temperaturas extremas pueden reducir significativamente su esperanza de vida. Tanto las ninfas como los adultos tienen una notable capacidad para sobrevivir sin alimentarse. Las ninfas pueden aguantar varios meses, y los adultos incluso más de un año si las condiciones son frías y húmedas. Esta capacidad para permanecer inactivos dificulta su eliminación, ya que pueden permanecer ocultos hasta detectar una fuente de sangre. Normalmente, las chinches se esconden en grietas, costuras de colchones, almohadas y muebles, a la espera de un huésped del que alimentarse. Por ello, ante cualquier indicio de infestación, es importante actuar rápidamente, ya que pueden permanecer ocultas por largo tiempo y reaparecer más adelante. Las chinches de cama son repelidas por ciertos olores, especialmente aquellos de origen natural como la menta, la lavanda, el eucalipto y la citronela. El aceite esencial de estos, así como las plantas mismas, pueden ser efectivos para ahuyentarlas. EE