Para el curador Miguel Carrillo Hidalgo, hablar de belleza desde la obra de Gilberto Ortega (“El Infeliz”) no implica un juego superficial de formas agradables, sino una confrontación con lo incómodo, con lo rechazado y, finalmente, con lo humano. “La obra tenía que tener un contexto que pudiera concienciar a la gente al ver las figuras tan extrañas o tan grotescas del maestro Gilberto, pudiera valorizarlas desde un punto de vista artístico”, explica Carrillo en entrevista con EL INFORMADOR, convencido de que el arte debe conmover y alterar al espectador, no solo decorarlo.Así, bajo su concepto y curaduría, “La mirada del Infeliz” llega al Museo Raúl Anguiano (MURA) como parte del Festival Cultural de Mayo. La exposición será inaugurada este 9 de mayo, a las 22:30 horas y estará disponible durante dos meses. Abarca tres salas del recinto y reúne alrededor de 60 piezas de Gilberto Ortega.Pero más allá del número de obras o de los materiales empleados, que van desde óleos hasta polímeros, bronce y fibra de vidrio, lo que define esta exposición es su intención de colocar frente al espectador una imagen no idealizada del cuerpo, del rostro, de la identidad. Carrillo lo plantea. “El reto es que pongamos a la vanguardia la curiosidad de los visitantes en las nuevas formas de representación y materiales que existen”.En este sentido, las máscaras creadas por Ortega, fabricadas con polímeros utilizados comúnmente en prótesis, no sólo son un ejercicio técnico, sino un gesto simbólico. Son rostros que no ocultan, sino que revelan. Cuerpos distorsionados que, lejos de generar repulsión, plantean preguntas necesarias: ¿A quién consideramos bello?, ¿quién decide lo que es feo?, ¿cuánto de nuestra percepción está mediada por lo que dictan las redes y los medios?“La mirada del Infeliz” no es una exposición tradicional. Carrillo insiste en que no hay un recorrido lineal, ni un punto único de inicio o cierre. Más bien, la muestra es un espacio circular e inmersivo, donde el espectador puede entrar por cualquier sala y encontrarse a sí mismo reflejado en las obras. “Creo que lo más interesante de los artistas es crear a su propio personaje. ‘La mirada del Infeliz’ es la misma del espectador que está viendo la obra. Entonces, ¿quién es el infeliz? ¿El que ve la obra o el que hizo la obra?”, se cuestiona el curador.Una de las piezas centrales de la muestra es “El reflejo de Narciso”, una escultura que plantea, en palabras de Carrillo, “un reflejo que te mira, de unos ojos que conocen, de una sonrisa que calla, en una superficie lisa como un espejo”. En ella, una figura parece consumirse a sí misma al mirar, como si el acto de observar se volviera destructivo. Para el curador, esta obra sintetiza el espíritu de la exposición. “Si viéramos en un reloj a las 12, la fealdad estaría a las 11:50 y la belleza estaría a la 1:00 pm puntual, estamos tan cerca como a un lado de la belleza, o cómo la belleza se puede convertir en algo grotesco”. La muestra también incluye piezas que hacen referencia a los apodos y a los estigmas que recaen sobre las diferencias físicas. Obras como “El Gallo”, “El Perro humanizado”, “El Manotas” o “El Orejón”, invitan a una lectura crítica sobre la forma en que asignamos valor (o desdén) a los cuerpos a partir de sus particularidades.“Muchas veces nosotros le ponemos apodo a alguien de lo que nos parece. Estamos tratando de ser muy agresivos en el hecho de que la gente entienda a valorar lo que está escondido detrás de la máscara”, señala Carrillo. La apuesta, dice, es que el espectador se refleje en esas figuras y redescubra su propia imagen sin los filtros de la expectativa social.Para el curador, ese es el núcleo de su propuesta artística. Desde hace años, el artista ha construido un personaje que encarna esa tensión entre lo que se espera y lo que se es. “Cuando le pedí que se pusiera un traje para una entrevista me respondió que él se casó de camiseta, ¿por qué para esto habría de ponerse un saco?”, cuenta Carrillo. Esa coherencia entre el discurso y la práctica se manifiesta en cada pieza de la exposición.“El arte tiene que hablar por sí mismo y tiene que tener un contexto, como tiene que tener una historia, y esa narración la da perfecto la obra de ‘El Infeliz’”, dice el curador. Lejos de aspirar a una belleza normativa o superficial, la muestra impulsa una revisión profunda sobre cómo percibimos, nombramos y aceptamos al otro, y por extensión, a nosotros mismos.Carrillo cierra con una reflexión que encapsula el propósito de esta colaboración. “Espero que esto le dé mayor confianza a las personas que vayan a ver la exposición, que aprendan a juzgar a las personas no por la apariencia, sino por lo que son realmente, que eso es una dificultad de encontrar en una relación auténtica con las personas”. Del 9 de mayo al 6 de julio, en el Museo Raúl Anguiano. Entrada libre. Martes a sábado de 10:00 a 17:00 horas y los domingos de 10:00 a 15:00 horas. CT
