Lo que alguna vez fueron caminos de acero para el transporte de mercancías y pasajeros, hoy se convierten en rutas de conexión entre la memoria, el arte y la naturaleza. En las regiones Valles y Ciénega de Jalisco, seis antiguas estaciones ferroviarias han sido recuperadas como centros culturales gracias al programa Vías Verdes, una iniciativa de la Secretaría de Cultura del estado que apuesta por resignificar el patrimonio ferroviario y rural.El proyecto rescata 98 kilómetros de antiguas vías de tren que los convierte en senderos accesibles para ciclistas y caminantes. A lo largo de estos trayectos, el programa ofrece talleres artísticos, museos temáticos, rodadas guiadas y zonas de descanso, generando un circuito cultural y ecológico que revitaliza la vida comunitaria."Cada ruta está bordeada por cuatro líneas de árboles —dos junto al sendero y dos en los límites—", explica en un comunicado José Méndez Menchaca, coordinador de Vías Verdes Jalisco. El diseño paisajístico acompaña la experiencia del recorrido, que discurre por escenarios históricos, vestigios prehispánicos, haciendas coloniales y reservas naturales.El sendero más largo, de 44 kilómetros, une Tala con Ameca. Pavimentado con concreto, permite el paso de bicicletas y recibe también a peregrinos rumbo al Santuario de Talpa. El trayecto cruza haciendas como Buenavista, Cuisillos y San Antonio Matute, donde capillas barrocas y casonas de adobe evocan el pasado agrícola de la región.Desde La Vega, en Teuchitlán, se desprende una segunda ruta de 34 kilómetros rumbo a Etzatlán, flanqueada por campos de agave y huertas. Este corredor pasa por Ahualulco de Mercado y San Juanito Escobedo, conectando paisajes naturales con elementos del patrimonio arqueológico. “Aquí ciclistas y caminantes pueden desviarse hacia la zona arqueológica de Guachimontones”, destaca el coordinador.En la región Ciénega, los municipios de Ocotlán y Atotonilco aportan otros 12.7 kilómetros de sendero, además de diez kilómetros adicionales de conexiones asfaltadas que enlazan con espacios clave como el Centro Universitario de los Valles (CUValles) y otras zonas arqueológicas.Las estaciones de Ameca, La Vega, Etzatlán, San Marcos, Ahualulco de Mercado y Atotonilco, construidas entre 1850 y 1905, han sido reconvertidas en centros culturales. Allí se imparten talleres de guitarra, danza folclórica, zumba y artesanías en cantera, entre otras actividades. En Etzatlán, por ejemplo, la antigua terminal alberga el Museo del Maíz y el Museo Ferroviario, con herramientas y fotografías de la época dorada del tren.Las rodadas guiadas son uno de los principales atractivos de Vías Verdes. Siete guías —uno por estación— acompañan a los visitantes y comparten relatos sobre los antiguos paraderos, puentes metálicos y alcantarillas centenarias.En La Vega, el sendero bordea la presa, con áreas de descanso que invitan a una pausa frente al paisaje. En Atotonilco, considerado el tramo mejor conservado, los caminos serpentean entre árboles frondosos, creando una atmósfera serena y sombreada.Ximena López Nakashima, directora de Patrimonio Cultural, señala que el siguiente paso será conectar Ocotlán con Atotonilco: “El próximo objetivo es cerrar la brecha entre Ocotlán y Atotonilco, uniendo 21 kilómetros para crear un circuito completo”.Además, el programa contempla la restauración de tres antiguos paraderos y varios puentes históricos, así como la implementación de un sistema de mantenimiento constante para conservar la infraestructura recuperada.*Mantente al día con las noticias, únete a nuestro canal de WhatsApp. AO
