Vivos recuerdos en el Día de Muertos
Las tradiciones para honrar a los difuntos son parte integral de la cultura mexicana, cuyos colores se ven enriquecidos durante esta temporada
Todavía recuerdo, siendo un niño, la explicación sobre el Día de Muertos. Creo que es una lección que en algún punto de nuestras vidas todos tenemos. El color de las flores, la importancia de trazar un camino, los objetos favoritos del difunto, la altura del altar. Pero hay algo que ni se aprende ni se dice. Es ese algo que se siente en el alma y se anida en el corazón. Me refiero a la presencia de aquellos que se fueron.
Es común que en las escuelas se monten altares a personalidades célebres. Si durante el año en curso partió de este alguien destacado, es probable que sea el protagonista del altar. En caso de que no haya sido así, siempre podremos recurrir a esas figuras que marcaron la historia de nuestro país y el mundo. Muchos comenzamos a acercarnos al Día de Muertos así, un poco en juego, un poco aprendiendo.
También están los altares monumentales, que en años recientes van ganando protagonismo en las plazas públicas de las ciudades.
Engalanados con flores de cempasúchil, papel picado en elaborados patrones y los colores más vibrantes posibles, suelen estar acompañados por catrinas, calaveritas de azúcar y veladoras.
Los que tienen alma de viajero saben que fuera de Jalisco, el Día de Muertos adquiere matices particulares de cada región. En algunos puntos de Michoacán, como Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Janitzio, la población entera se vuelca a celebrar a sus difuntos, convirtiendo este día en un evento tan solemne como festivo.
Allá en la Huasteca Potosina, la fiesta de los difuntos se nombra Xantolo, y mantiene un potente toque indígena. El Día de todos los Santos (1 de noviembre), es una jornada de rezos y alabanzas, con convivencia familiar por las noches. El Día de los Fieles Difuntos ( 2 de noviembre), la comunidad visita los panteones, llenando de flores y ofrendas las tumbas de sus difuntos.
En la Península de Yucatán durante estas fechas de celebra el Hanal Pixán, con el tradicional paseo de las ánimas. Del 31 al 2 de noviembre las almas de los difuntos reciben permiso para visitar a sus seres queridos. Además es en esta temporada que se prepara el tradicional Mucbilpollo, una delicia exclusiva de estos días.
Para los amantes de lo monumental, en diversas comunidades del Estado de Puebla se montan altares en gran tamaño, adornados de forma minuciosa. Dos de los lugares más bellos para admirar este trabajo artesanal los podrás encontrar en Chignahuapan y Huaquechula.
Pero quizás el mejor altar lo podrás encontrar en casa. Ese rincón que montas pensando en los seres queridos que se fueron, un espacio donde se rinde culto al recuerdo, al suspiro perdido en el tiempo.
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