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Casitas Maraika, cita en el paraíso

Puerto Vallarta presume uno de los rincones más espectaculares, donde la combinación de belleza, naturaleza y descanso es perfecta

Casitas Maraika, cita en el paraíso
Sabores. Panelas, aguachiles y nachos. La comida es suculenta.
Detalles. Cada habitación, con abundantes detalles especiales.
Esplendor. Para la charla junto al mar...
La vista. Imposible no perderse en el azul profundo del Pacífico.
Relax. Aquí el descanso es perfecto.

Viajar es juntar palabras. Esas que se forman de a poquito tras andar por los pueblos, ciudades, sierras, montañas, cañadas, playas y desiertos. Pero algunos rincones de nuestro país son tan esplendorosos y paradisiacos, tan enormes y coloridos, que pareciera que no hay letras que logren describir con justicia su grandeza. Y eso sucede con Casitas Maraika, en Puerto Vallarta.

“Es un lugar que no se parece a nada, nada que puedas ver usualmente por aquí”. Con esas palabras me habían platicado sobre este hotel enclavado entre la Sierra Madre Occidental y el Pacífico, alejado de todo el bullicio citadino y en el corazón de la naturaleza más absoluta. Me dijeron también que era “hermoso”, “bonito”, “diferente”, que “me iba a encantar”. La lista iba subiendo. La expectativa alta, pero lo que encontré fue más de lo que había imaginado.  Mucho más...

Lo primero que se sale de lo común es la llegada. Ni a pie ni en coche. Si tienes ganas de conocerlo, no hay de otra más que arribar por lancha o panga. Yo (como casi todos), la tomé en Boca de Tomatlán (cuesta más o menos $50 pesos); en esta comunidad cercana  no dudan en impulsarte a esta aventura. Son menos de 10 minutos de navegar en aguas que pasan del ocre por su cercanía con la sierra a turquesa profundo. También es posible llegar desde Marina Vallarta.

Una cosa antes de seguir escribiendo: acepto que llegué a Casitas Maraika cansado de la rutina y el bufido de los automotores citadinos; tratando de olvidar el repiqueteo eterno del Whatsapp y de las notificaciones que caen como agujas en las mentes agotadas. Y aquí encontré lo que buscaba: silencio de tecnología y los sonidos artificiales. Pero al mismo tiempo, una sinfonía de tonadas diferentes: a las aves, el mar, al corazón.

Casitas Maraika está en un pedacito de playa donde la arena es blanca y suave como morusas de pan. Donde el mar más que oleaje tira caricias. Y donde el único sonido que rompe el silencio sepulcral es el de las aves que pueblan las copas de los árboles que rodean el complejo, integrado de forma absoluta al entorno ecológico. Dicen que la primera impresión cuenta mucho, ¿no? Pues quien escribe estas palabras terminó enamorado.

Quienes deciden hospedarse lo pueden hacer en alguna de sus “casitas”, cada una diseñada de manera exclusiva según las necesidades de los viajeros, ya sea que vayan en plan de pareja o hasta un máximo de nueve personas. Cada una tiene nombre (“Colibrí”, “Libelula”, “Guamuchil”, “Ceiba” y “Mango”) y una decoración especial. En común, todas ofrecen vistas espectaculares al  Pacífico.

Pero a Casitas Maraika puedes llegar de visita también. A disfrutar de su playa, pequeña y encantadora o gozar de su carta de comidas. ¡Ah, la comida! La carta de platillos, especialmente los mariscos, son para chuparse los dedos. Disfrutar de un coctel o un café con la vista del mar que aquí obtienes no se puede pagar con nada.

Sí, es cierto. Hay señal de celular, e incluso puedes pedir la contraseña de internet... Pero, ¿puedo recomendarte algo? Por unos segundos olvida el teléfono y deja que el protagonismo se lo lleve el entorno. Toma un libro, recuéstate en la playa o nada un poco. Deja que tu corazón se llene con los colores que aquí habitan. Viaja y junta nuevas palabras.

Tips

• Lleva protector solar. El bronceado es bonito, pero el Sol no sabe cuándo detenerse.

• Gorra, sombrero y lentes. No dejes la cachucha en casa.

• Lleva toalla.

• Repelente. A los mosquitos les encanta convivir por las noches.

Para no perderse

Casitas Maraika también ofrece música y eventos gastronómicos para sus huéspedes. Durante todo el año, este recinto abre sus puertas y escenario para la llegada de talentos tanto gastronómicos como artísticos, a través de conceptos como Sazón Maraika, Maraika Sessions e incluso clases de Yoga.

Entre los invitados que han pisado este hotel se cuentan Poncho Cadena (chef), Caloncho (músico), Technicolor Fabrics (grupo), Valentina González y Paola Vergara (cantantes).

En su página de Facebook (@MaraikaBeachClub) podrás encontrar su guía de eventos. Si decides asistir a alguno, vale la pena que apartes lugar con tiempo, pues el cupo en Maraika es limitado por cuestiones de espacio, comodidad y, sobre todo, para respetar el entorno natural.

Descubre más en y reserva a través de la página www.casitasmaraika.com, el correo electrónico info@casitasmaraika.com y al Whatsapp +52 1 (322) 128 25 56.

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