Una sociedad que cuida
La semana pasada asistí al evento «Pensar desde Jalisco», convocado por organizaciones como Jalisco cómo vamos, Fundación Marisa y Corporativa de Fundaciones.
Como sociedad, necesitamos eventos de esta naturaleza, en el que hagamos un parón de la vorágine del día a día para reflexionar con personas que están haciendo algo, desde sus trincheras, por nuestro querido México. No es lo mismo teorizar, que escuchar testimonios reales de personas que se comprometen a poner su granito de arena para que vivamos en un mundo mejor; pero para ello necesitamos partir de una comunidad mejor, una ciudad mejor, un estado mejor, hasta llegar a un país mejor.
Los temas abordados fueron: Negocios e innovación social para el desarrollo; Cuidar en Jalisco: Estado, Sector Privado y Comunidad; Corresponsabilidad democrática: hacia modelos de coproducción ciudadana y rendición de cuentas.
Todos los temas interesantísimos, pero en mí hizo eco el tema del cuidado, porque todos necesitamos cuidar y ser cuidados en algún momento de la vida. En la mesa panel se hizo ver que en nuestra sociedad la mayoría de las personas dedicadas al cuidado en la familia son las mujeres. Aunque cada vez más los hombres se involucran en el cuidado de otros, no podemos negar que, históricamente, la mujer es quien de manera ordinaria se dedica a esta labor.
El cuidado de otros, niños, enfermos, adultos mayores, requiere, sin lugar a dudas, de los recursos públicos para garantizar que se realice de la mejor manera; como muchas cosas en esta vida, no es lo mismo cuidar a una persona con recursos económicos que sin los mismos.
Muchas mujeres en nuestro país dedican gran parte de su tiempo al cuidado de otros, sin contar muchas veces con el apoyo de los demás miembros de sus familias, pero, además, en muchos casos lo realizan con un trabajo adicional de tiempo completo.
Estoy convencida que el toque femenino, y aquí no estoy hablando de roles, sino de esa sensibilidad propia de la mujer, hace que las personas cuidadas se sientan con más confianza y más a gusto, si los cuida una mujer. Pero, en todo caso tendríamos que detenernos a pensar también en el cuidado de las cuidadoras y de los cuidadores cuando sea el caso, debemos trabajar en equipo en las familias, en la ciudad, para que quienes cuidan a otros puedan descansar, tanto física como psicológicamente.
Para ello hacen falta políticas públicas, generadas con y desde las personas que necesitan el servicio, que se contemple a las personas que deben ser cuidadas, pero también a las personas que dedican su tiempo a procurar el bienestar de otros. Una sociedad en la que se preocupan los unos por los otros, está colaborando por el Bien Común.
@IsaAlvarezPenna