STJ: Exhibición impune
Aunque el presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco (STJ), José Luis Álvarez Pulido, habló ayer en su primer informe de gobierno de un año de acciones a favor de la transparencia y la modernización para mejorar la aplicación de la justicia, lo cierto es que hay indicadores que muestran que el Poder Judicial está lejos de brindar un buen servicio y gozar de la confianza de litigantes y justiciables.
En el reporte publicado a principios de noviembre del Índice de Estado de Derecho en México 2024-2025 (IEDM) del World Justice Project (WJP), por ejemplo, el STJ sigue apareciendo por debajo de la media nacional en todos y cada uno de los ocho factores con que el IEDM evalúa la eficiencia de los Poderes Judiciales en las 32 entidades de la República Mexicana.
Además, al igual que en su toma de protesta, Álvarez Pulido nada dijo de su antecesor, Daniel Espinoza Licón, quien le dejó al STJ en medio del escándalo por su aceptación explícita de la corrupción en el Poder Judicial, que reveló en una conversación con un hombre y una mujer abogados que fue grabada, filtrada y dada a conocer por la periodista Elsa Martha Gutiérrez, en diciembre del año pasado.
Como se recordará, Espinoza Licón reconoce ahí que el gobernador Enrique Alfaro lo colocó como magistrado y lo impulsó para llegar a la presidencia, y que incluso recibía órdenes de él; que ya los jueces no podían elegir a sus equipos en los juzgados porque las plazas se las repartían los partidos políticos y ponían a “puro pendejo”; la corrupción de jueces que
cobran dádivas y la constante influencia del Poder Ejecutivo para resolver en uno y otro sentido asuntos jurídicos de alto perfil.
Álvarez Pulido nunca inició investigación alguna contra su antecesor ni contra las redes de corrupción de las que se jactó con total impunidad. Tampoco lo hizo la Contraloría del Estado ni la Fiscalía Anticorrupción ni todo el Sistema Estatal Anticorrupción del que forman parte.
Por si eso fuera poco, meses después circuló profusamente en redes sociales una canción, tipo corrido tumbado, que estaba en boca de juzgadores, funcionarios judiciales y de gobierno, así como de abogados litigantes, en la que una de las frases de inicio señala: “En Jalisco la justicia ya no es ley, es un negocio, la subastan al que pague…”. Desde el anonimato, los autores señalan nombres de altos funcionarios del sexenio de gobierno de Enrique Alfaro y del actual de Pablo Lemus, a los que acusan de tener el control de casos y juzgados, tanto en el periodo de Espinoza Licón al frente del STJ como en el actual de Álvarez Pulido, e incluso de eventuales venganzas.
Ante todo este panorama, como comenté ayer aquí, las tramas de corrupción en la Suprema Corte de Justicia de la Nación que documenta Hernán Gómez Bruera, en su libro El ministro del poder. Un infiltrado en la 4T, nos hacen voltear al Poder Judicial de Jalisco, donde se repiten vicios similares que hacen urgente la reforma judicial pospuesta desde marzo, con tómbola incluida, para romper con todos los intereses creados por años de corruptelas sin límites.