Generación Z: ¿por qué la violencia?
La creciente violencia en las protestas sociales en México genera muchas dudas: ¿quién, por qué, para qué?
En Jalisco hay un antecedente claro.
La primera protesta con estas características se dio durante la pandemia por la detención ilegal y muerte de Giovanni López a causa de la brutalidad policial de oficiales de Ixtlahuacán de los Membrillos.
Esa protesta terminó con 24 detenidos, Palacio de Gobierno vandalizado y una patrulla incendiada. De ahí surgió el reclamo de Enrique Alfaro que acusó una protesta orquestada por “los sótanos del poder” en la Ciudad de México, que buscaban desestabilizar a Jalisco.
La marcha de la Generación Z del sábado es, por mucho, la más violenta en años recientes. Terminó con 44 detenidos. Duró más de tres horas ante las deficiencias del operativo policial.
Esto elevó los riesgos para la población, manifestantes y policías, como lo expliqué en mi columna de ayer titulada Sin protocolo ante la generación z.
A partir de estos hechos, viene lo complejo. ¿Detrás de las protestas violentas por Giovanni y la Generación Z hay grupos de interés? Es probable.
La violencia como expresión del hartazgo social se puede capitalizar políticamente con mucha facilidad.
Se traduciría así: “Ante la ineficiencia del Estado, la población recurre a la violencia como síntoma de alarma. Por tanto, la expresión política en el poder debe irse”.
Bajo esa lógica, la radicalización beneficia a cualquier fuerza opositora. El asunto es más complejo, pues a nivel nacional, el PRIAN y el sector conservador son la oposición, y en Jalisco, Morena es la oposición.
No responsabilizo a nadie: carezco de pruebas. Solo describo quién podría resultar favorecido.
También circula la versión de que el crimen organizado está detrás. Carezco de elementos para sostener tal aseveración, pero casi es seguro que, si está involucrada la clase política, puede darse fácilmente el nexo delincuencial pues en nuestro país son dos actividades que tristemente se trasvasan y alimentan entre sí.
Hay un tercer elemento que tampoco hay que pasar por alto.
Existe una auténtica crispación y hartazgo ante la inseguridad, por lo que la protesta social es más inflamable.
¿Qué creo? Parece más bien una mezcla de todo lo anterior.
Esta probable combinación de intereses político-criminales y descontento genuino produce “soldados” reclutables y voluntarios para una batalla que, muy probablemente, se decide desde escritorios, alejada de los problemas y demandas reales que motivan una movilización contra la brutalidad policial (Giovanni López) o la inseguridad (Generación Z).
jonathan.lomeli@informador.com.mx