¿El nuevo PAN?
Si algo hay que reconocer del relanzamiento que venía anunciando el Partido Acción Nacional (PAN) y que finalmente se dio el sábado pasado, cuando su dirigente nacional, Jorge Romero, encabezó un acto en el que dieron a conocer su nuevo logotipo, es que provocó y unió muchas opiniones, pero en contra.
Y es que las críticas coinciden en que se trató de un cambio cosmético, sin un replanteamiento claro de qué hará el primer partido de oposición en México para recuperar la confianza de los electores que hace 30 años los llevaron a ganar las primeras alcaldías y gubernaturas al PRI, como la de Baja California y Jalisco, y en el 2000 a capitalizar toda la inconformidad social por la corrupción y la antidemocracia priista y protagonizar, con Vicente Fox como su candidato presidencial, la primera alternancia política en el país.
No se ve, por ejemplo, un liderazgo claro y que venga despuntando en la clase política panista, como fue el guanajuatense en su momento, y que, pese a todas las decepciones de su sexenio, contribuyó a que se ratificara el triunfo panista y mantuvieran la Presidencia de la República con su sucesor Felipe Calderón.
De cuando Calderón tuvo que devolver el poder al PRI y a su candidato Enrique Peña Nieto, han pasado ya 13 años en los que el PAN se ha desdibujado por la muy exitosa narrativa de “primero los pobres” que empujó, desde su primera campaña presidencial en 2006, Andrés Manuel López Obrador, hasta que, luego del 2012, fundó Morena y los desplazó para convertirse en la primera fuerza opositora que, en menos de seis años, llegó a Palacio Nacional.
Para volver a ser competitivo y buscar capitalizar las corruptelas, la vuelta al centralismo, la eliminación de órganos autónomos y las fallas que han tenido los gobiernos de la 4T, el PAN deberá hacer mucho más que tratar de recuperar a sus viejas clientelas de los sectores más conservadores del país, con lemas como el de “Patria, Familia y Libertad”, como el que lanzaron el sábado con bombo y platillo, y que tiene muchas similitudes a los utilizados por gobiernos de ultraderecha de América Latina, como Javier Milei, de Argentina, por referir el caso más reciente.
Para recuperar la fuerza opositora que empezó a construir desde su fundación hace casi 65 años, no le bastará tampoco, como señaló su dirigente nacional, asegurar que el PAN recuperará su identidad al no aceptar más alianzas con otros partidos políticos, como el PRI, que alejó a muchos de sus militantes, pero que otros, como en Nuevo León, ya reclamaron por considerarlas indispensables para ganarle a Morena.
La primera evaluación de esta “renovación” que presume el PAN se verá en la elección intermedia del 2027 con el número de distritos y gubernaturas que gane, empezando por las tres que tiene y que pondrá en juego en Chihuahua, Querétaro y Aguascalientes, y que lo perfilen o no como un partido con posibilidades de disputar la Presidencia en 2030.