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Paco Taibo II: Entre el machismo y el sectarismo

Macho que se respeta no se disculpa. El director del Fondo de Cultura Económica, Paco Taibo II, quiso arreglar su dislate en la Mañanera la semana pasada diciendo que era objeto de persecución, el guion preferido de los muy sufridos gobernantes en la era de la llamada 4T. Ellos no se equivocan, es el mundo el que los persigue.

Paco Taibo es un prolijo escritor -creador de “Belascoarán”, uno de los personajes más entrañables de la literatura negra en México- y un incansable promotor de la lectura. Pocos en este país han hecho por la lectura lo que ha hecho Paco, haciendo ferias en barrios y colonias de la Ciudad de México. Como editor del Fondo de Cultura Económica su trabajo es, por decir lo menos, discutible, pues dejó de lado muchas de las colecciones que distinguían a esta editorial para concentrarse en hacer libros que él llama populares y cuyo objeto es la promoción de la lectura, y del régimen.

Lo discutible no es por supuesto hacer estas colecciones de libros populares, sino haber dejado de lado el resto. Taibo II convirtió al Fondo de Cultura Económica en una editorial de cuates para los cuates. De hecho, el problema en el que se metió en la Mañanera fue por justificar que en los títulos presentados (los 25 del 25 que son en realidad 27, y pueden ser más, según dijo) solo hay cuatro mujeres. No explicó, y seguramente no lo hará, cómo y por qué se escogieron esos libros. Atrás y antes que el machismo que afloró en su respuesta está el sectarismo. El Fondo dejó de ser una editorial de Estado para convertirse en un proyecto editorial para apoyar a la 4T.

Haber dicho que “un poemario escrito por una mujer horriblemente asqueroso de malo por el hecho de ser escrito por una mujer no merece que se lo mandemos a una sala comunitaria en mitad de Guanajuato” no solo es desafortunado, como el mismo lo reconoció, sino un insulto, proferido por un funcionario público, que merece una disculpa y una sanción. Sin embargo, montado en la soberbia típica del poder, Taibo se dio el lujo de decir que el problema no es lo que dijo, sino como lo interpretamos: “debieron haberlo entendido claramente en términos genéricos”, dijo, o lo que es lo mismo, la culpa no es del macho sino de quien no lo admira. Que el Gobierno de Claudia Sheinbaum solape estas expresiones machistas y lo deje pasar como uno más de los chistoretes y patanerías a las que nos tiene acostumbrados el director del Fondo tiene un costo para una Presidenta que presume que con ella llegaron todas las mujeres (menos, claro, las que no estén de acuerdo con ella, como lo aclaró hace unos días). 

Ni hablar, al parecer también en la presidencia pesa más el sectarismo que el feminismo.

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