No basta
No basta. No basta con que el Gobierno Federal lamente el asesinato de Carlos Manzo. No basta con que el secretario de la Defensa enliste todos los apoyos que sí dio al alcalde de Uruapan. No basta con la declaración de la Presidenta Claudia Sheinbaum sobre la protección que supuestamente tenía la persona asesinada. No basta, por supuesto, con la promesa del secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, de que no habrá impunidad. No alcanza con la detención de los autores materiales del asesinato. No son suficientes los continuos informes de esfuerzo, ni los discursos sobre la coordinación o las palabras de pesar. No sirve para nada una carpeta de investigación. No basta que digan que tenía una “protección federal”, que claramente no sirvió para nada. No bastan las palabras cuando la realidad se vuelve inasible.
Carlos Manzo no es ni más ni menos importante que los otros ocho alcaldes asesinados durante los trece meses de gobierno de Claudia Sheinbaum (dos en Guerrero, tres en Oaxaca, uno en San Luis Potosí y otros dos de la misma zona de Michoacán). Si tiene, sin embargo, mayor repercusión política por los continuos discursos del alcalde de Uruapan denunciando al crimen organizado y por las constantes solicitudes de apoyo al Gobierno Federal.
En la reacción del Gobierno de Claudia Sheinbaum y de la sociedad civil frente a este asesinato se juega buena parte del futuro de la política de seguridad. La exigencia ciudadana será fundamental para presionar al Gobierno a una mayor acción frente al crimen organizado. Por supuesto que el Gobierno desestimará y atacará a quienes se manifiesten exigiendo seguridad; nos dirán conservadores, carroñeros, hipócritas y nos acusarán de politizar un crimen. El guion nos lo sabemos de memoria. Así lo hizo López Obrador con la marcha de blanco en 2004, y así lo han hecho con cada expresión de inconformidad desde entonces. Pero es ahí, en la calle, exigiendo que el Gobierno desarticule no solo a las células de los ejecutores una vez que han atentado contra alguien notorio, sino que combata al crimen organizado desde sus raíces, ancladas en el propio Estado, donde está la tarea ciudadana.
No basta que nos quejemos. No es suficiente que nos quejemos o escribamos opiniones más o menos incendiarias en redes sociales o medios impresos. No basta la indignación. Exigir seguridad es nuestro derecho y hacerle saber a la autoridad que no estamos de acuerdo requiere acciones colectivas y en la calle, porque es la calle lo que duele a los políticos y es la calle lo que nos convierte en ciudadanos sujetos de nuestro propio derecho; porque es en la calle donde el grito de “ya basta” deja de ser una queja individual para convertirse en demanda ciudadana.