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Un rosario de cuentas chinas

El mejor recordatorio de que México necesita a la de ya una fiscalía autónoma es el informe de la Auditoría Superior de la Federación dado a conocer la semana pasada. Dos cosas destacaron en dicho informe: las cuentas por aclarar de los gobernadores de los estados que se siguen acumulando año con año sin que nadie se inmute por ello, y el rosario de cuentas chinas de Rosario Robles que lleva a donde va su “metodología” de las empresas fantasma que ella defiende como legal. A ninguno de los gobernadores señalados se le ha iniciado un proceso judicial para que rinda cuentas del dinero público y a Rosario solo le han pedido explicaciones los medios, no la Procuraduría (no deja de ser al menos extraño la velocidad y atingencia con el que la PGR trabaja el caso Anaya, independientemente de que sea inocente o culpable, frente a estas “omisiones”).

Las confesiones de Rosario sobre sus cuentas chinas son una joya de cinismo. Lo que señaló la Auditoría fue que tanto en Sedesol como en Sedatu se implementó un mecanismo para sacar miles de millones de pesos a través de los sistemas estatales de radiodifusión de Hidalgo y Quintana Roo celebrando convenios directos. Como se trata de entidades públicas no es necesario licitar nada. Los sistemas a su vez, previo moche por supuesto, sub contrataron a empresas fantasma que ni hicieron el trabajo supuestamente encargado y regresaron el dinero que Rosario Robles no ha sabido explicar dónde quedó. La secretaria dice que no está en su chequera, como si eso fuera explicación suficiente. Vamos a creerle que ella no se lo robó, lo cual no significa que no se haya desviado a otras cosas, por ejemplo, campañas, compra de voluntades u otras chequeras personales. Robarse el dinero es la más evidente y burda de las corrupciones, pero no la única y me atrevería a decir que ni siquiera la más común. Desviar dinero, sea para los fines que sea es corrupción: dinero que debió haberse destinado a programas sociales terminó en otras manos.

Tan fue incorrecto el proceder de Robles que su sucesor en Sedesol, el hoy candidato del PRI, José Antonio Meade, dijo que él paró de tajo esas prácticas. Lo curioso es que a pesar de que Meade dice haber corrido a decenas de personas por ese asunto, Robles lo siguió haciendo en su nuevo encargo en Sedatu ante la mirada siempre inocente de la inoperante e inútil Secretaría de la Función Pública.

Mientras no exista una fiscalía autónoma que investigue las evidencias de la Auditoría Superior de la Federación, las Rosarios Robles en turno podrán acumular un rosario de cuentas y contarnos cuentos chinos sin que nada pase.

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