Trabajar menos horas, ¿una idea millonaria?
Para nadie es un secreto. En la cultura laboral en México, el empleador valora más las llamadas horas-nalga en la oficina y el trabajador le “corresponde” con una bajísima productividad.
En otras palabras, trabajamos muchas horas con pocos resultados.
De hecho, México es el tercer país de la OCDE que más trabaja: 44.7 horas semanales en promedio con una productividad de 20.2 dólares. En cambio, un país como Alemania labora 34.3 horas semanales en promedio con una productividad de 67.6 dólares.
En este contexto se inserta la iniciativa presentada en la Cámara de Diputados para reducir de 8 a 6 horas la jornada laboral en el país, y que se suma a otras tres propuestas de diputados de distintos colores.
Hay una regla casi general entre los países del orbe: a mayor desarrollo, menos horas laborables y mayor productividad.
Francia, por ejemplo, tiene una semana laboral de 30 a 35 horas, lo mismo que Australia, Bélgica y Dinamarca. En América Latina, la regla prevalece en 48 horas.
¿Por qué si trabajamos más producimos menos? Un trabajador con jornadas excesivas y horarios inflexibles es probable que padezca estrés, alteración del sueño y una desconexión con su vida familiar y personal. Claro que esto impacta el rendimiento.
A partir de este año, la OMS incluyó el síndrome de burnout (síndrome del “quemado” o “fundido”) en su Clasificación Internacional de Enfermedades. Lo define como el agotamiento físico y mental por estrés crónico asociado al trabajo. De hecho, en Japón existe el término karoshi que significa “muerte por exceso de trabajo”.
Sin embargo, no es tan sencillo como cambiar solamente el artículo 123 de la Constitución para reducir de 8 a 6 horas la jornada laboral.
No se trata sólo de trabajar menos sino de trabajar mejor. En algunos países se han instaurado programas piloto en ciertos sectores económicos bajo un esquema de menos horas con más productividad.
En México podría optarse por esta salida diferenciada. No es lo mismo una fábrica con líneas de producción fijas que el sector público o un comercio.
La pandemia nos ha demostrado que podemos convivir con esquemas híbridos de trabajo presencial y remoto. También implicaría un cambio en la cultura laboral para enfocarnos en la productividad basada en objetivos y no en horas-nalga.
Para nuestra mala suerte, las propuestas de nuestros legisladores son perezosas en imaginar alternativas en este sentido. Sólo quieren cambiar un artículo y aparecer en los diarios.
Pese a todo, trabajar menos puede ser una idea millonaria que vale la pena debatir.