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Todo el poder

Hace una década que el PRI regresó al poder después de dos sexenios de gobiernos del PAN, la pregunta era si Enrique Peña Nieto intentaría la restauración del viejo sistema político autoritario que mantuvo al tricolor siempre en el poder.

Eso no sucedió y Peña se afanó más en convertirse en el impulsor de las reformas estructurales de corte neoliberal, que se eclipsaron en la galopante corrupción que los volvió a echar del gobierno.

Paradójicamente quien volvió a sacar al PRI de Los Pinos en el 2018 y se fue a vivir a Palacio Nacional, es el que además de buscar revertir esas reformas justificándose en causas nacionalistas, ahora se está proponiendo también un reforma electoral que nos devuelva a los viejos tiempos antidemocráticos y de partido único que padecimos hasta el año 2000 que logramos, por las luchas de muchas generaciones, la primera alternancia política.

Y es que al más férreo opositor del viejo régimen y que se jacta de ser el líder de la cuarta transformación histórica del País, Andrés Manuel López Obrador le salió la semana pasada desde lo más recóndito de su ser su pasado priista.

Aunque desde que asumió la presidencia de la República se la ha pasado socavando la legitimidad del Instituto Nacional Electoral (INE) que procesó las elecciones que él ganó, ahora ya se abrió de capa y anunció que enviará una iniciativa al Congreso para bajar el presupuesto de ese órgano y que sus consejeros, al igual que los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se elijan por voto directo de los ciudadanos, de entre 60 candidatos y candidatas que serán propuestos por el Poder Ejecutivo, el Judicial y el Legislativo. Veinte aspirantes cada uno. Propone también centralizar las elecciones con la desaparición de los órganos locales electorales.

Aquí además del riesgo de que no lleguen los mejores especialistas en el ramo electoral sino los más populares y se constituya un órgano electoral incompetente, el riesgo es que detrás de esta propuesta esté la intención de tener un árbitro electoral a modo, como cuando los gobiernos priistas eran juez y parte y organizaban elecciones fraudulentas.

Quiere además la regresión antidemocrática de eliminar la figura de los diputados plurinominales, creada en 1977 en la reforma política de más avanzada en la historia para incluir en el Congreso a las minorías y hacer contrapesos a un poder unipartidista avasallador.

López Obrador argumenta que el objetivo es ahorrar cuando en realidad busca que Morena obtenga el control absoluto del Congreso, ya que de desaparecer los pluris, por ejemplo, el porcentaje de curules de su partido en San Lázaro pasaría del 55 al 75 por ciento. AMLO, pues, quiere todo el poder.

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