Tiempo de pitayas
Los tapatíos gozamos de un entrañable calendario alimenticio. Y así, empezamos el año con la rosca de reyes y a los felices adquirentes del mono les es obligado apoquinarse con la tamaliza para el Día de la Candelaria; a los que se hacen tarugos y no pagan esa deuda, se les amarga el jocoqui.
Después, para los que somos de La Resolana (que para todos los efectos está en la zona de Autlán), tenemos en cuaresma las maravillosas parotas y, si a usted le gustan, los bonetes. También en esa temporada, pero siempre antes de que empiecen las aguas, se sacan los chacales, que son una gloria viviente. Si usted no conoce cualquiera de estos productos, vaya a Autlán en esas fechas.
Además, en Guadalajara, en los calores, llegan las extraordinarias pitayas, de la zona de Sayula o de las vecindades, y que se prueban desde ahorita hasta que empiezan las aguas. No sé, la verdad, si son más buenas o más bonitas cada vez. Junto con estas, hay temporada de guámaras (guamúchiles), que los puede comprar en el Mercado Corona y bombardear a sus vecinos; y las ciruelas de la barranca. Lástima que los mangos que provenían de ahí, que eran chiquitos y buenísimos, ya son muy difíciles de conseguir, pero si los ve, lléguele. Estos productos mejoran notablemente si son consumidos con un buen tequila.
Por otro lado, nuestra amada Presidenta ha decidido -probablemente con buen espíritu comercial- instalar junto a cada Banco del Bienestar, una Farmacia del Bienestar, un Estanquillo del Bienestar y una Comida sana del Bienestar, para aprovechar que ahora decimos que “guácala” la Coca-Cola, que todos estamos con la salud. Y como los orígenes de nuestra amada Mandataria son Bulgaria y Lituania, es posible que no tenga conocimiento de muchos productos tapatíos, como puede ser el tejuino del Mercado del Cuarto Centenario, maravilloso. Me permito, con toda la humildad del caso, sugerir el Tejuino Bienestar, para quitar los calorones; pero no sólo eso, también podrían vender en el Estanquillo Bienestar, unas paletas de nieve Bienestar.
De tal manera que nuestra tlatoani, azteca por vocación, incluya productos regionales, así como la carne en su jugo y las tortas ahogadas de Guanatos, simplemente para hacer bola y una cantidad de productos para comer con la mano (cuando éramos jóvenes, María Palomar me decía que no había cosa que le gustara más que llevar a sus galanes foráneos a comer a pelo), y no me hago tonto porque en el Santuario hay unas tostadas y lonches que elevan esta ciudad casi a paraíso alimenticio.
Ahora que también podría sugerir otros productos para las tiendas Bienestar, como usar en vez de papel del baño, nopales con todo y espinas, que limpien y desmadejen el sinfín. Me gustaría, porque seguro me olvidé de muchas cosas, que mi solitario lector me indicara alimentos con expresa sugerencia de que se vendan en las tiendas Bienestar. Y, simplemente como idea, que no ha mencionado la señora, estaría bien que en dichas tiendas hubiera un baño público para el pueblo bueno.